En el Mago de Viena, obra de Sergio Pitol, se refiere así a una de las glorias de Méjico, Jaime Torres Bodet: “Si alguien me conminara hoy día, pistola en mano, a releer la novela “Prosperina Rescatada” de Torres Bodet, probablemente preferiría caer abatido por las balas que sumergirme en aquel mar de estulticia”.
Pues vaya carta de presentación para este poeta desconocido para mí. Indago un poco: otro suicida. En realidad ya lo tenía anotado, pero esta nota lo ha sacado del limbo. Qué curioso, pensar que su acto hizo aparecer por aquí -en un haz de partículas insignificantes- su nombre y su “caso”.
Nació en 1902. Fue secretario de educación pública. Fue un diplomático importante. Miembro de la academia mejicana. Un poeta fino. Sin embargo, dicen, que era más grande cuanto más ligera era su escritura. Cuanto más frívola y cómicamente lírica.
Después de una dolorosa enfermedad se pegó un tiro en 1974.