miércoles, 11 de junio de 2025

BENDETTA CRAVERI. MADAME DU DEFFAND Y SU MUNDO.


  Tenía puestas grandes esperanzas en la lectura de este libro. El formato y prestigio de Siruela, pero me ha defraudado. Primero, nada más comenzar y ver que el tamaño de la letra ya echa para atrás. Luego esa forma tan académica de contar las cosas, tan de trabajo universitario. Du Deffand fue amiga de las más grandes personalidades de su tiempo: Voltaire, Montesquieau, Diderot, etc, y de entrada suscitaba un gran interés para mí el leerlo pero enseguida me fui saltando cartas (aún de tamaño más pequeño) para saltarme párrafos enteros y finalmente páginas enteras. Con decir que en un libro sobre la Ilustración y sus gentes no tenga hecho ni un subrayado, se dice todo. A pesar del magnífico formato veo que páginas de segunda mano lo tienen a ocho euros. Quien decidió su publicación se cubrió de gloria.

  Ayer visita a la Feria del Libro del Retiro. En el metro una conversación al vuelo. Era una mujer inmigrante latinoamericana a otra: “Luego tengo que llamar a la litera para decir que esta noche duermo arriba”.

  En el parque mucho calor. Antes de meterme entro a tomar un café en una cafetería, justo enfrente de la Casa Árabe. Hay un escritor leyendo un libro gordo. Sé que lo conozco porque lo he visto en varias tertulias pero no consigo ponerle nombre. El café, normalito.

  En la feria pido “Vigilar y castigar” del pensador francés Michel Foucault. Lo tienen. 22 euros. En el libro que leí del juez Marchena se utiliza este libro para ilustrar cómo ha ido evolucionando el concepto de público y privado en cuanto al servicio de la justicia. Luego me paro en el stand de autores cristianos, más que nada por probar. Hace años un amigo, muy cristiano y devoto él, me regaló un libro de Jose María Cabodevilla y me encantó, tanto por su estilo como por el tema que trataba, la espiritualidad y los conflictos en el futuro de la humanidad. Pregunté: ¿Algo de Cabodevilla? Tenían dos y me llevé La sopa con tenedor. Una especie de parodia seria de un ángel que viene del cielo a estudiar ese bicho denominado ser humano. Una especie de sin noticias de Gurb pero más filosófico si cabe. Por la tarde a seguir deshaciendo entuertos con mi hija nos fuimos a solucionar un problema con su móvil nuevo. De paso compré Anatomía de la Ley de un autor conocido por mí desde hace mucho: Tsevan Rabtan, desde su época de cuando escribía en el Nik jornal de Arcadi Espada. Allí escribían además Jabois, Montano, etc. Es un abogado Rabtan que escribe y escribe muy bien. Y una novela de Luis Enrquez sobre un personaje crápula que fue amigo suyo: Josef, el húngaro. Así que ya hasta julio tengo todo el cupo de adquisición de libros al completo.

  Dicen que es este gobierno una mafia. Yo creo más bien que es una estafa. Nos han estafado. Cada semana visiono al menos una vez el video en el que tanto Sánchez como Carmen Calvo, profesora de derecho constitucional durante años en la Universidad de Granada, decían enfáticamente desde sus escaños que la amnistía era imposible porque sencillamente no cabía en la Constitución. Ahora la comisión europea se lo afea al gobierno, y al Tribunal Constitucional. Están dejando guapas las instituciones. Ya tengo hecho un vaticinio: Óscar López va a quedar tan mal en Madrid que seguramente sea nombrado Defensor del Pueblo: ¿Se puede caer más bajo?


 

sábado, 7 de junio de 2025

MARIO VARGAS LLOSA. LA MIRADA QUIETA (De Pérez Galdós)


  

 


 

 

 

 

  Este libro lo vi en la última feria del libro antiguo y de ocasión en Recoletos. Nuevo, diez euros. Asistí en su día a la presentación en el Ateneo. Le acompañaba al autor mi querido Trapiello y la señora Presley que llegó más tarde pasando a mi lado y sentándose tres filas delante.

  Hablaron de toda la obra de Galdós y se me quedó la fiesta que ambos le hicieron a Torquemada en la Hoguera, “una obra maestra descomunal”. Hace unos días me compré la edición completa en Cátedra. “En febrero de 1889, Benito Pérez Galdós escribió una pequeña obra maestra: Torquemada en la hoguera. Digo pequeña porque se trata de un relato breve, de apenas nueve capítulos, un texto que es sólo un cuento largo o lo que los franceses llaman una nouvelle”. “Si no hubiera escrito Fortunata y Jacinta, yo no vacilaría un segundo en decir qie el mayor triunfo de don Benito Pérez Galdós como escritor fue concebir esta joya literaria que es Torquemada en la hoguera”.

  En este ensayo del recién desaparecido autor se hace un repaso, quizá demasiado prolijo de todas sus novelas, teatro y en menos sentido sus ensayos y artículos periodísticos. En algunos capítulos a uno le da por pensar: ¡pero cómo cuentas todo esto! como si le diera por hacer spolier.

  Acabo de terminar de leer el ensayo que escribió Vargas Llosa en torno a la figura de Galdós. Hacia el final del libro se habla de la relación entre éste y Pereda, que por lo visto era bastante tradicional y católico, al contrario del canario. “Algunos creen - dice Galdós- que Pereda y yo vivíamos en continua rivalidad en cuestiones religiosas y políticas. Esto no es cierto. Pereda tenía sus ideas y yo las mías; en ocasiones nos enredábamos en donosas disputas sin llegar al altercado displicente. En verdad, ni don José María de Pereda era tan clerical como alguien cree, ni yo tan furibundo librepensador como suponen otros”. “Ponía la amistad y el afecto por encima de las disensiones políticas”.

  He leído a lo largo de mi vida gran cantidad de la obra del maestro canario pero, claro, me faltan infinidad de ellas: Ganas de leer las siguientes novelas: Aita Tettauen, sobre la guerra de España con Marruecos y su continuación, Carlos VI en la Rápita.

  Los capítulos dedicados al teatro me los he saltado directamente por no considerarlos de mi interés.

MANUEL MARCHENA. LA JUSTICIA AMENAZADA.

 

  Una de las razones por las que he comprado y leído este libro es porque soy un fiel y rendido admirador de este juez cuyas sesiones del juicio del Procés vi íntegramente.

   Vi todas y cada una de las sesiones del macro juicio, unas veces, cuando podía, en directo; otras, en video cuando llegaba a casa. Le he admirado hasta la extenuación. Su saber estar, su competencia, su sabiduría del tema que se traía entre manos, cómo se sacudía de las presiones que le intentaban poner los cómicos del mundo indepe.

    Una curiosidad es que defiende que el Fiscal General del Estado sea elegido por el gobierno, pero debe este tener una “inderogable aspiración de objetividad e imparcialidad”. Enseguida me he acordado del infecto García Ortiz, el imparcial.

  Y debo decir que independientemente de lo didáctico y ameno que es tiene un estilo a lo Stendhal, del que se decía que para inspirarse en el estilo leía cada día unas páginas del Código Civil.

  Una cosa me ha quedado clara de la política en todos estos años desde la Transición hasta ahora: tiene que correr el aire. La permanencia de un gobierno en el tiempo es peor cuanto más larga sea. Desempolvar, limpiar, sustituir, recomponer, siempre será sano. Lo demás es criar moho y mala sangre.

    También me ha dado alegría cuando entre sus páginas descubre uno gustos comunes como cuando habla de la Historia de un Empapelamiento, el libro magnífico de Carmen Marín Gaite sobre la caída en desgracia de quien fue el primer Fiscal General.

  “Delitos como la prevaricación, malversación de caudales públicos, delitos contra la ordenación del territorio y terrorismo, por ejemplo, representan una ofensa a bienes jurídicos colectivos cuya integridad no debería quedar exhaustivamente en manos de un fiscal general del Estado bajo la permanente sospecha de parcialidad”. “…la historia del Ministerio Fiscal es la historia de un órgano integrado por profesionales con una inderogable aspiración de objetividad e imparcialidad”. Palo a García Ortiz, el filtrador.

  “El escalonamiento, con carácter general, se estructura a través de órganos colegiados –tres o más magistrados- que revisan las decisiones de los órganos inferiores, y culmina en el Tribunal Supremo, que constitucionalmente ocupa la cúspide jerárquica de la administración de justicia”. Palo a Sánchez por el tema de los Eres, despachados en el Constitucional de manera infantil.

  “Expresar el desacuerdo con una decisión judicial es un ejercicio de salud democrática. Sin embargo, lo que no parece correcto es que los poderes públicos y los responsables políticos, con el fin de demostrar su sensibilidad a esas críticas ciudadanas, promuevan una catarata de reformas legislativas encaminadas al imposible objetivo de identificar las soluciones técnicas con las soluciones ciudadanas. Y cuando esto se intenta, el resultado pasa factura”. Palo a Sánchez para sus modificaciones para contentar a sus socios, suyos abogados contribuyeron a redactar la ley de amnistía.  

  Hay un capítulo con el que no estoy de acuerdo, al menos en parte. Se trata sobre la “duración de las penas”. Dice y afirma que la máxima dureza no ha resuelto el problema de la delincuencia en diversos países latinoamericanos. El Salvador le deja en evidencia.

  Toda una lección de educación democrática y judicial es lo que ofrece este libro. “En efecto, el CGPJ no dicta sentencias, no administra justicia. Se ocupa tan solo –y no es poco- de garantizar las condiciones que deberían asegurar un ejercicio verdaderamente independiente de la potestad jurisdiccional”.

  Las luchas políticas por hacerse con el control del poder judicial, cada vez con menos disimulo: La decisión de privar al CGPJ de su capacidad para hacer nombramientos pendientes, hasta tanto el acuerdo de renovación se alcance, supone herir de muerte al órgano de gobierno del poder judicial”. En ello están. Y propone una idea, que apoyo al cien por cien: un capítulo redactado como sigue: “expirado el término de su mandato, cesarán en el ejercicio de sus cargos”. “A partir de ese momento, el interventor del Estado que validara la orden de pago de la nómina podría estar sujeto a una responsabilidad de alcance penal”.

  Cuántas veces he imaginado un careo entre Marchena y Sánchez. Pero claro, es verdad que no se puede consentir una pelea entre diferentes pesos.