Un día de hará medio año un familiar me envió un enlace para escuchar unos podcasts en el que diversos expertos hablaban de geoestrategia. Antes me había preguntado si me sonaban los nombres de Spykman o Mackinder. No, no me sonaban. De esos expertos hablaban los nuevos expertos, profesores de la universidad de Barcelona, creo. El caso es que el día que fui a aquella casa del centro de Madrid donde me invitaron a llevarme los libros que quisiera, vi este título y pensé que era otra de esas otras casualidades de la vida que gusta protagonizar.
De Kaplan leí otro de viajes a la tierra de los tártaros: Rumbo a Tartaria: no me dejó ninguna huella. Pero este sí lo voy a recordar, por la casualidad y porque es una forma de contemplar la historia, y la geografía, con un enfoque diferente. “Serán la distribución del espacio, el clima y otras circunstancias exclusivamente físicas los parámetros que definirán el devenir de las diferentes regiones mundiales durante el próximo siglo”.
“Una convicción refrendada por el hecho contrastado de que los antiguos, que vivían sin ciencia ni tecnología, veían y oían de una manera distinta, más vívida, que nosotros. El entorno y la geografía eran reales para ellos de una manera que no alcanzamos a imaginar”.
Habla de las diferentes civilizaciones y costumbres. De los desplazamientos. “También habla de los masagetas, un pueblo que vivía al este del mar Caspio, en lo que ahora es Turkemenistán, entre quienes, cuando un hombre llega a la ancianidad, sus parientes se reúnen y lo matan, junto con ovejas y cabras, y cocinan toda la carne junta, con la que se dan un festín”.
“La lucha por el poder no está diseñada para alcanzar una serie de valores morales; los valores morales se utilizan para facilitar la obtención del poder”. “Mahan sostenía que una nación debía expandirse o entrar en la decadencia, ya que era imposible defenderse quedándose quieto”.
Tengo un párrafo subrayado en el que habla del problema en Gaza y Cisjordania. Duplicará su población en veinte años (este libro es del 2012) y las reservas de agua caerán en proporción. Ya prevé un conflicto en Yemen. Y aclara que se hablará cada vez más de Malthus.
No acierta ciertamente con las cosas que han ocurrido desde entonces, 2012, hasta ahora, 2024. “Es evidente que los rusos no desplegarán fuerzas terrestres para reocupar Europa del Este por el mero hecho de instaurar un nuevo cinturón sanitario”. Como adivino no ha debido tener porvenir.
“Ciertamente, esta nueva rivalidad demuestra con creces la idea de Braken, según la cual la tecnología de guerra y la creación de riqueza van de la mano, y el tamaño limitado del planeta es una fuente de inestabilidad mayor a medida que el hardware y el software militar reducen las distancias del mapa geopolítico”.
Habla del eterno problema de Oriente Medio. Y se pregunta en alguna parte, desde el punto de vista estadounidense: “¿Qué hemos conseguido en Oriente Medio con todas nuestras intervenciones desde la década de 1980? ¿Por qué no nos concentramos en México? Cuánto más no hubiéramos prosperado de haber invertido en México todo el dinero, experiencia e innovación que destinamos a Irak y Afganistán”.
Cuenta, otra vez desde su ombligo que cuando está en la frontera de México para entrar en los EEUU siente un contraste brutal. “Arnold Toynbee escribe que cuando la frontera que separa sociedades con distintos niveles de desarrollo deja de avanzar, no se alcanza un equilibrio estable, sino que, con el paso del tiempo, la balanza se inclina a favor de la sociedad más atrasada”. Andémonos con ojo pues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario