miércoles, 29 de marzo de 2023

E.M. FORSTER. ASPECTOS DE LA NOVELA.

 

  La compra y lectura del libro autobiográfico y de ensayo de Martin Amis, Desde dentro, me hizo saber de este libro. “El rey murió, y luego murió la reina” es una historia, pero “el rey murió y luego la reina murió de pena, es una trama”. Luego sigue diciendo que la trama, la forma de hacer novelas en el tiempo de EM Forster se estaba acabando.

  Hacía poco que también un conocido nos habló entusiasmado de la lectura de su novela Pasaje a la India. El caso es que por curiosidad entré en wallapop para ver si tenían alguna traducción aceptable y vi que sí, que había un vendedor que ¡a tan solo unos cientos de metros de donde vivo vendía un ejemplar por el módico precio de quince euros!

  El libro se editó en Debate en el año 1990 siendo la obra original del año 1927. En realidad el libro son las transcripciones de unas conferencias que el autor impartió en el Trinity College de Cambridge. Por cierto que a este ciclo de conferencias le pusieron el nombre de William George Clark. Nombre de cuyo libro ya tengo anotado para hacerme con él, Gazpacho, un libro de viajes por España y tratando a toda clase de personas, desde campesinos a pulgas y moscas.

  Los capítulos se titulan: La historia, La gente, El argumento, Fantasía, Profecía, Forma y Ritmo y una Conclusión.

  Observaciones tipo: “…Y los libros hay que leerlos –mal asunto, porque requiere mucho tiempo-; es la única manera de averiguar lo que contienen. Hay algunas tribus salvajes que se los comen, pero la lectura es el único método de asimilación conocido en Occidente”. Algunos no estarían de acuerdo como a veces recuerda Trapiello quien hay buenos lectores que asimilan por “ósmosis”.

  Habla cómo no de las grandes obras de la literatura de todos los tiempos. “Después de haber leído durante un rato Guerra y paz comienzan a escucharse acordes grandiosos y no sabemos a ciencia cierta de dónde proceden”. “… es el espacio y no el tiempo el dueño y señor de Guerra y paz”.

  También estoy de acuerdo (por intuición) con las observaciones en torno al libro de Melville Moby Dick: “Está preñada de significados, pero dar con el significado total del libro planea otro problema distinto. … Nada se puede afirmar sobre Moby Dick salvo que es una lucha”.

  En fin, sin echar cohetes, no ha estado mal. Quizá hubiera sido más apasionante haber escuchado estas conferencias que haberlas leído.

viernes, 24 de marzo de 2023

DO FUIR. ANDRÉS TRAPIELLO.

 De los diarios en Pre-textos formato grande este era el último que me quedaba por tener, por leer. En pocas semanas saldrá en último, el segundo en la nueva editorial familiar. Éste pertenece al año 1995 escrito o más bien publicado en el año 2000. El año que murió su cuñada, Lola Flores y el hijo de ésta. En la página 303 una observación sobre el acto de leer que me ha gustado:

“Al leer se siente uno como un huésped, lo traen, lo llevan, lo sientan a mesa puesta y por la noche se encuentran hecha la cama, y qué agradable todo eso. Quien escribe, en cambio, es el anfitrión que ha de tener a punto hasta el último detalle, se desvive, visita la despensa, recorre las habitaciones comprobando que todo esté listo para cuando lleguen los huéspedes, consciente además de que la mayor parte de éstos no hallarán la nueva morada a su gusto, y una vez recorrida, pateada, la denostará sin el menor rebozo”. Ni que decir tiene que me considero ante todo un huésped.

 

Todo lo que escribe AT me gusta. Tanto que también procuro no perderme nada de lo que presenta, de lo que ayuda a comerciar. Así el otro día estuve por la tarde en la librería Marcial Pons para asistir a la presentación del libro La razón en marcha, de Julio Valdeón, periodista de El Mundo, sobre una entrevista de dos años al gran Félix Ovejero, escritor y catedrático de filosofía política en la universidad de Barcelona, además de escudo junto con Francesc y otros de la sinrazón indepe. Para llegar a la pequeña sala había que subir un tramo de escaleras estrecho. Cuando llegamos no había ya asiento libre, unos treinta, así que tuvimos que quedarnos atrás, de pie. Al poco la gente se atascó y una larga cola bajaba por la escalera y hasta la calle. El dueño dijo que nunca había visto la librería tan llena. Pasó a mi lado Nicolás Redondo, Cayetana Álvarez de Toledo, la cual me saludó mirándome con esos bonitos y fríos ojos azules, yo la miré arrobado, ya sabéis; Savater, su nueva mujer, y Ovejero que quiso pasar por donde yo estaba y hube que señalarle el camino apartando a un tipo que obstruía el pasillo, “mal como no pueda pasar yo”, dijo. A los cinco minutos, con diez de retraso llegó Trapiello y su mujer Miriam, musitando “lo siento, lo siento, madre mía cómo está esto”.

  Efectivamente hicieron la presentación el autor, luego Trapiello, Pablo de Lora, el autor del epílogo y el propio Ovejero. Sobre la infancia en Barcelona, sobre cómo ha ido cambiando –a peor- la sociedad catalana, sobre lo que es vivir allí durante estos años, y sobre todo sobre lo que va a significar desde ahora combatir la peste del nacionalismo. Y al final la pregunta: ¿Y a quién votamos? Dijo que lo del voto útil era una solemne tontería, que había que votar lo que uno sintiera. Y que –lo tenían todos claro- sabían perfectamente a quién no se debería votar, sin nombrarlo. Que cómo era posible que la izquierda hubiera comprado casi todos los postulados de los nacionalistas, “España se ha cataluñizado”. Al acabar bajamos en tropel. Le dije a mi mujer que me lo regalara por lo del día del padre, “¿acaso eres tú mi padre?” me dijo. Pero dio igual porque cuando llegamos al mostrador ya se habían vendido todos los ejemplares. Y así, contento y triste a la vez nos incorporamos a la primera tarde verdaderamente tibia y hermosa de Madrid. Luego pasamos a ver a padre, que estaba enchufado a un gotero pero contento: hoy casi seguro le dan el alta

 

  El libro me ha costado una pasta, a una señora de un pueblo de Sevilla por wallapop.

 

  Leo en las eternas esperas del hospital. Si tengo un buen libro entre las manos las esperas se convierten en aliadas. Él es candidato a la diálisis. La doctora lo ha explicado con franqueza. Sus riñones han dicho basta. Es un proceso coñazo donde estás atado más de tres horas a una máquina de hospital cada tres o cuatro días. Ante eso (ya lo sabía de antemano) les he dicho que hay que aplicar lo que viene siendo una resiliencia. A lo que mi madre ha replicado en resorte: “¡¡nada de residencias, que yo aún estoy muy bien!!”.

  La otra noche me decía mi padre: a ver si esta noche duermo algo. La pasada no me entraba el aire. Y me acordaba de mi padre, de mi madre, de todos mis hermanos muertos –eran en total cuatro hermanos- y pensaba: ellos allí tranquilos, muertos, descansando, y yo aquí, sufriendo.

  Las penúltimas páginas del libro las dedica a su viaje a Cuba. Impagables sus observaciones del régimen cubano, cerca de la crisis de los balseros. Sus críticas allí en vivo y las paradojas de quienes viven allá sin saber ya muy bien qué pensar sobre la revolución. Un ejemplo de poeta cubano que retrata su régimen: “En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos, y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos, y sin embargo, a veces… ¡qué ganas de llorar!”.

  La verdad es que no me extraña que A.T. sea un especialista en buscarse enemigos. Parece que le gusta la marcha, que le gusta meterse con los indiscutibles, con los “imprescindibles”: Sobre Tápies recuerda unas declaraciones de él: “El óleo –los paisajes y los bodegones, los retratos, -tenían para mí unas claras connotaciones; era el arte que le gustaba a la burguesía franquista”. Estas cosas, claro, molestan mucho a sus defensores, los nacionalistas.

  Cuando el otro día hablamos en una cena de esto y de aquello me preguntaron qué solía leer. Trapiello. Ella me oyó y me dijo: qué pesado! Y es que, ya lo dije una vez, si A.T. publicara sesenta libros al año posiblemente solo leería Trapiello. Exagerando. Sé más cosas de él, de su vida, de su novela, que sé más cosas que de muchas familias supuestamente cercanas.

  En nada de nuevo navegando, buceando, en “Éramos otros”.  

martes, 14 de marzo de 2023

RAFAEL CANSINOS ASSENS. LA NOVELA DE UN LITERATO.

 

  Ya cuando salió tuve en las manos este precioso libro editado por su hijo Rafael M. Cansinos de la editorial Arca. Había leído o escuchado infinidad de veces elogios sobre esta monumental obra. Cuando se editó Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada, y a la que tantas veces han acusado de casi un plagio, la entrada en Las Armas y las letras de Trapiello, en la que su voz se apagó durante y después de la contienda ganándose la vida con sus estupendas traducciones. El empujón que quizá me decidió fue la entrevista en Objetive de Juan Soto Ivars donde ponía este libro entre lo mejor que ayer hoy y siempre se puede leer. Así, a los pocos días del pasado mes de diciembre lo vi en El Corte Inglés, un solo ejemplar, lo cual lo hizo más irresistible, y lo compré dejándome en el asunto casi treinta y seis euros de la tarjeta recién estrenada.

  Aparte de los grandes nombres de escritores contemporáneos también desfilan por estas páginas infinidad de otros poetas pobres, hampones, tipos medio locos y buscavidas en este Madrid de principios de siglo. También, como Trapiello en sus libros habla de libros y de libreros pitando unos paisajes que bien podría haberlos firmado éste o aquél indistintamente, como cuando habla de un librero de la Ronda de Atocha: una semblanza de Bataller, que podría ser la de ese librero de viejo de Moyano que lleva décadas trasegando con libros viejos: “Bataller está efectivamente leyendo, va por lo menos con un libro en la mano. ¿La nostalgia del breviario? –Iba para cura- Nunca deja el libro y cuando alguien lo interpela, se guarda el libro debajo el sobaco como quien se pone la pluma en la oreja. Y terminado el diálogo, vuelve a sacar el libro y a abismarse en su lectura”. Luego sigue contando que muchas veces un posible comprador le llevaba para cobrar algún elegido y otras tantas les decía: “no, ese libro es valioso, es para mí”. A lo que el comprador le decía: “¿y para qué los tiene ahí?”. “Hombre, un Ovidio, no se puede vender un Ovidio”. Cuando se daba cuenta que muchos se los robaban alzaba los brazos al cielo y exclamaba ¡oh, la maldad de los hombres!

 “Armando Palacios Valdés. El autor más leído de todos. 10.000 ejemplares, 10.000 pesetas al contado”.

  Cosas de la historia: “El rey se ha echado en las manos del general para evitar siguiera adelante el expediente Picasso”. Y pone al dictador de “calavera, bebedor, jugador y putero, y tramposo insolvente”.

  Expresiones que dan lugar a risa, como cuando relata lo pesado y puntillista que es un tipo que se las da de erudito: “es uno de los que le cuentan los pelos del culo a Cervantes”.

  Cosas de los grandes escritores, de JRJ: “Tengo mi público, la minoría selecta. El vulgo no me importa”.

  En más de ochocientas páginas apenas he visto una errata: “ese hombrecito minúsculo, cretino como un indio de las Indias”. Yo creo (nunca asegurar nada del todo) que habría que poner cetrino.

  Pasa a veces que uno lee cosas que preferiría no haber leído. Cuenta una escena en la que aparece Chaves-Nogales de quien, cómo no, tenía yo una imagen inmejorable. Pues al parecer era un jeta que salía de los sitios sin tan siquiera hacer el amago de pagar.

  Por las páginas desfilan muchos escritores que se ganan la vida como pueden. Un novel le pide a Rafael publicar unos versos de su autoría para darse a conocer. Éste le hace el favor y cuando el joven se ve “impreso” tiene una alegría inmensa. Luego pretende cobrar pero el director del periódico le dice: “El poeta no debe cobrar…, el poeta se forja en el dolor”.

  Un tal Cubero que raja de Ortega y Gasset. “No sabe una palabra de filosofía. Es un simple traductor del alemán. Que si Hegel dice esto…, que si Bergson dice esto otro…-y usted, amigo, ¿qué dice?”.

  El tipo te va llevando de la mano a todo tipo de escenarios. A las tertulias de Carmen de Burgos, Colombine, donde se da cita lo más granado del periodismo y la poesía en Madrid. O te lleva a una entrevista con el representante de los Rostchild en España el cual le pide descaradamente que le haga de negro, a lo cual Cansinos se niega. O te hace retratos instantáneos de grandes personajes, con sus comparaciones y todo: “Blasco es un grueso diamante de bisutería; Galdós, una perla auténtica de brillo discreto y profundo”. Cuántas cosas con tan pocas palabras.

  El episodio que cuenta el suicidio de Felipe Trigo de un disparo en su despacho de Ciudad Lineal es inmenso. Se lo pegó en la sien y aun cuando entraron pudieron escucharle unas palabras de disculpas. Llevaba un tiempo sableando a unos y a otros para grandes y variados proyectos, pero el grifo del crédito lo tenía ya seco. En definitiva, pasamos un día inolvidable en la ciudad del Turia o de su fantasma.

  En cuanto a la postura de los intelectuales me entero que Concha Espina escribía para el diario gubernamental de la dictadura del general Primo de Rivera, La Nación: otro campechano mujeriego, bebedor y pendenciero. Cuando se lo reprocharon ella se defendió diciendo que era una escritora profesional y que se prestaba a quien le pagara mejor. Fue una firme candidata al Nobel “El escritor vive de su pluma y puede aceptar cuantos ofrecimientos se le hagan”. En Madrid tiene una de las calles más importantes: La Avda de Concha Espina, aledaña al estadio Santiago Bernabeu. Cuando lo leí me acordé de la realizadora Leni Riefenstahl que se limitó a darle un aspecto estético, creativo, profesional, al régimen del III Reich. Cuando todo el chiringuito se vino abajo cogió sus bártulos y se fue a África a fotografiar a bellísimos nubios, generalmente en pelotas.

  Un magnífico libro bien editado con el amor de su hijo. Que por cierto, por las fechas, nacido en el 53, debió engendrarlo con setenta años. Cansinos murió en Madrid en el 64.