martes, 8 de octubre de 2024

MARIÁ MANENT. DIARIO DISPERSO.


 

  Este librito de la editorial Trieste lo cogí sobre todo por eso, por la editorial. En la casa de Madrid en la que se murió su última moradora. Pero a diferencia del de Villalonga, de la misma, este me ha gustado menos. De hecho sabía tan poco de este autor catalán que pensaba que se trataba de una autora.

  Es del año 85 y abarca desde el año 1918 al 84. Sus páginas huelen a tabaco y dentro aparece una reseña de El País del 86 firmada por Ángel Crespo, muerto en el 95 de cuando a las reseñas se les tenía un cierto respeto.

  Quizá las más interesantes para mí sean los años dedicados, aunque de refilón, a la Guerra Civil. “Tensión textual entre la belleza campestre y las catástrofes históricas”.

  Y ya en el 1921, año de desastres múltiples, esta reflexión en un viaje a Bilbao: “Hasta una distancia de 10 kms de Bilbao se encuentran asfaltadas y por todas partes están bien niveladas. (Se refiere a las carreteras). A la entrada de cada pueblo hay un rótulo de cerámica: las letras blancas sobre fondo azul oscuro. Todo da una sensación muy europea de riqueza y buen gobierno. El concierto económico implica una autonomía efectiva de este país, donde las diputaciones tienen grandes superávits”.

  “Los cedros del Líbano tienen unos azulados tenues, como si, aun en pleno día, estuvieran empapados de claro de luna”. Cómo estarán ahora rodeados por el fuego de la guerra.

  Y ya preveía el desenlace de la guerra en Cataluña. “Cuando todo esto acabe las carreteras serán estrechas para tanta gente como huirá”. “Los españoles no son revolucionarios, son revoltosos”, decía un policía francés. Otro ejemplo del desastre: “Hemos caído en todos los defectos que criticábamos en los demás” cuando habla de cómo los cabarets estaban llenos de milicianos y no por jóvenes burgueses. De ahí lo de la lampedusiana cambiar todo para que todo siga igual.

  “Ya el verano pasado querían hacerlo y lo pude evitar”. Le querían municipalizar la casa. De qué me suena.

  “Es muy cierto que la guerra civil empieza primero en las almas”. Habla del odio tan violento, tan vital, tan radical, que solo puede ser apagado con sangre y muerte. Y no he podido evitar acordarme de lo que pasa ahora, antes, en Oriente Medio. Hay tanto odio acumulado que es imposible vivir, solo se puede aspirar a sobrevivir.    

 

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