A muchos escritores, imagino, les costará someterse a ese periplo de viajes y entrevistas que supone la promoción de su propia obra. Ho oído quejas: algunas entrevistas insulsas, donde el entrevistador apenas ha ojeado el libro, salas de conferencias semivacías, visitar radios locales donde apenas si pasa desapercibido. Sin embargo a mí una entrevista, creo que en algún video de algún medio que no recuerdo, hizo que me decidiera leer este suyo. En el Rastro, teniendo en mis manos su 14 de abril, me dijo el librero: “un libro estupendo sobre la República”. Lo dejé en su sitio: ya le tocará su turno, me dije. Pero, como digo, la entrevista era sobre este último: Presentes, y me convenció. ¿Por qué? Se había leído la obra completa de Jose Antonio, se había pateado parte del viaje, había visitado varios archivos, había entrevistado a gente, en definitiva, había hecho un artefacto de No Ficción. Ellos, los escritores suelen decir que su trabajo es solitario y que consiste en comunicarse con sus lectores mediante su obra, gran razón, pero si encima se expresan bien en público (Cerdà lo hace) pues tiene ya bastante ganado, en todos los sentidos del término.
La “novela” relata el viaje que emprendieron un grupo de falangistas que, relevándose, fueron transportando el féretro del joven dirigente José Antonio Primo de Rivera desde Alicante, donde fue fusilado por las autoridades de la República, hasta el monasterio del Escorial. El día veinte de noviembre de 1939 empezaron y el día treinta llegaron. 467 kilómetros.
Dice la contraportada, y lo compro, que Presentes es un viaje al corazón de nuestras tinieblas. Y aún más de acuerdo con Antonio G. Maldonado diciendo que “Cerdà es uno de nuestros mejores escritores. Iba a decir de no ficción, pero, ¿por qué limitarlo? Es un grandísimo escritor, sin más”.
Habla de autores de los que jamás he escuchado nada. Leer es comprobar el pozo insondable de nuestro poco conocimiento de las cosas, y eso es precioso. Constantino del Esla, periodista, de escritura “serena, precisa, culta, ribeteada de épica”.
He subrayado poco, absorbido en el devenir del viaje: “Sólo quería ver, oír y contar; nada de etiquetas políticas, nada de alquilar su pensamiento”. Ay! Si él viera por un agujero cómo están por acá y ahora los alquileres del periodismo.
Un coleccionista de libros en el libro que dice que lo quiere todo: “Porque debe darse cuenta de que los libros que hoy son malos pueden seguir siendo útiles mañana. En el futuro, los estudiantes estarán interesados en saber que personas como los republicanos han existido”.
Hace unos meses, ¿años? Leí el libro sobre Rusia de Anthony Beevor. Me quedé con una frase que solía pronunciar Stalin: “Todos los males que asolan al ser humano se resuelven con la muerte” o algo así. Leyendo este párrafo me lo ha recordado: “Es la lujuria necrófila de Gabriele D´Annunzio exaltando la muerte dentro de la muerte. La matanza como preludio irremediable del renacimiento. Heroico, trágico, belicoso: el triunfo de la muerte”.
Bueno, nada más. Ahora sí, ahora le toca pronto el turno a su 14 de abril. Hay que seguir leyendo a Cerdà.