miércoles, 19 de junio de 2024

LENI RIEFENSTAHL. MEMORIAS.

    Hace unos cuantos sábados fuimos al mercado de Mahadahonda y luego fuimos a dar un paseo por la Gran Vía, un paseo animado porque es peatonal y la calle se convierte en un río de gente que va y viene. Al final del paseo le eché un vistazo al quiosco de prensa y vi que vendían libros de segunda mano: peligro. Tenía bastantes y casi todos interesantes para mí: viajes, historia, crónicas de periódicos, etc. Me llevé por tres eurillos Los Viajes de Entreguerras de John Dos Pasos y me quise llevar éste: las Memorias de la Riefenstahl, a 8.95. J. me dijo que tenía muchas lecturas pendientes y era verdad así que nos fuimos sin ellas. Pero el cerebro cría gusanos y hay que alimentarlos. El domingo por la mañana salí disparado para allá, angustiado por si lo habían vendido. ¡Y no estaba! Al menos en su sitio. Recorrí los montones y allí estaba. Lo cogí sin querer ver más y me lo llevé. Ahora le tocó el turno.

  No es que sea una escritura de la calidad de un escritor profesional pero la vida de esta mujer siempre merece la pena conocerse.

  Fue Leni Riefenstahl, una realizadora de cine que trabajó para el III Reich. Novecientas páginas. No tiene un estilo definido de escritor pero son muy interesantes las peripecias de esta dama de la cultura alemana. Comenzó como bailarina y actriz para pasar a ser directora, sobre todo de documentales. Después de la guerra tuvo muchas detenciones y estuvo presa de los franceses. Se la acusó de haber sido amante de Hitler y colaboradora de su régimen pero yo la creo a ella. Era una profesional que se sirvió de su talento para rodar esa obra de arte llamada Olimpiada.

  Ella tenía anotadas las conversaciones con los mandamases del III Reich. “Tengo la intención de crear una Alemania fuerte e independiente, un baluarte contra el comunismo, y eso solo es posible mientras dure mi vida”.

  La edición es del 2013 aunque ella lo escribió en el año 1987. Qué viejo soy, en uno de sus viajes que hizo para conocer a los Nuba yo ya había nacido.

  Es curioso cómo cambian las costumbres y los honores. Cuenta una anécdota que me llamó mucho la atención. El que posteriormente fuera su marido fue a visitarla al hotel y ante la insistencia de los golpes abrió: “Tras una fiera resistencia, logró su propósito. Yo no había conocido jamás una pasión como aquella, y nunca había sido amada de tal modo”. Ese “amada”  lo he subrayado doblemente.

  Pasó mucho tiempo con los nuba. Y tiene muchas observaciones de veras interesantes. “Solo aquel que era joven, estaba sano y, según sus conceptos, tenía un cuerpo bello, tenía derecho a ir desnudo”. Muchas playas agradecerían seguir esa costumbre. En otra ocasión me acordé de Marilyn Monroe y su Chanel número 5 utilizado para irse a la cama como toda indumentaria. “Una muchacha que no se había untado con aceite se sentía desnuda y por ello no podía participar en la vida de la aldea, ni siquiera en la danza que se efectuaba casi cada atardecer”.

  Me han encantado los ocho días que he pasado con esta dama aventurera. Debió ser de un carácter irresistible porque sedujo tanto a jefazos nazis como humildes miembros de una tribu africana. No me arrepiento de haber ido como un loco un domingo por la mañana a rescatarlo del quiosco.

 

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