jueves, 13 de junio de 2024

CAMPO DEL MORO. MAX AUB.

   No me termina de gustar delo todo el estilo de Aub pero por lo que sea últimamente cada poco, leo un libro de él. Incluso fui a la Visor para adquirir sus diarios editados en esa librería. Otra razón quizá sea que en Las Armas y las Letras Trapiello le otorga algunas de las mejores novelas de su tiempo. Calle Valverde por ejemplo, que leeré en su día. En esta, Campo del Moro, Aub nos lleva a un Madrid en el que sus habitantes están oliendo claramente la derrota. Desde el Cerro de Garabitas la artillería franquista barre los barrios de Argüelles, La Gran Vía y Moncloa. Los frentes se encuentran a unos pocos centenares de metros. El gobierno se ha ido ya a Valencia.

  En la guerra se madura pronto. O se alcanza experiencia o se sucumbe pronto. “La guerra es un abono como hay pocos”.

  De vez en cuando descubro expresiones que me parecen un acierto y no puedo evitar una sonrisa. “Creció a la buena de Dios, que suele ser mala manera. Los niños de su edad, notándole tan desmedrado, abusaron de él naturalmente”.

  “La destrucción –sea del tiempo o del hombre- es la expresión máxima de la fuerza del hombre y del tiempo. ¿Qué diferencia hay entre ambos? Ninguna. Por el hecho de ser hombre somos tiempo; el tiempo es hombre. Hecho a su medida, a su imagen y semejanza”. No cabe duda de que era un escritor filosófico.

  La derrota trajo mucha frustración, mucha negación de realidades. Un personaje: “Ya no creo ni en la libertad ni en la fraternidad ni en la igualdad. He visto demasiadas cosas que me hacen desesperar de la naturaleza humana. Todo lo que nos mueve son intereses pequeños. El hombre es maléfico, hipócrita, incapaz”.

  En la guerra siempre hay inconvenientes e incomodidades. Normalmente uno se queda sin casa y tiene que buscarse la vida. Una guerra es un universo de favores, de lealtades y de traiciones. Qué sería de mí y de mis cosas en una situación así: “…hizo avisar a Moisés Gamboa de que se marchara al d´`ia siguiente. Que, como fuera, cargara con su biblioteca y la depositara en su almacén.

-¿Cómo? ¿En qué? Son por lo menos cinco o seis mil volúmenes. Con el carrito tardaría una semana. No tengo quien me ayude”.

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