martes, 12 de noviembre de 2024

JOSEPH ROTH. PRIMAVERA DE CAFÉ.

  

  Otro de los libros de Acantilado de Joseph Roth. Reconozco que por mi cuenta nunca lo hubiera comprado. ¿Por qué? Porque son artículos de juventud y se le nota que aún le faltaba tiempo y oficio para convertirse en el genio y escritor en el que se convertiría después.

  Son crónicas de un joven reportero del año 1919 y retrata la Viena después de la guerra.

  Las hojas del libro huelen más a tabaco que a café. Se ve que el dueño anterior, de la casa de Madrid que visité, fumaba en exceso. Quizá muriera de eso. El libro está publicado en el 2010 y catorce años después aún apesta a tabaco.

  Prácticamente cada capítulo tiene alguna fotografía de algún monumento o de alguna calle de la época. Me ha hecho recordar la visita que hicimos justo hace un año. Y en uno de los reportajes me he quedado helado. Habla de un peatón que recorre las calles con las manos a la espalda y que de vez en cuando daba de comer a las palomas. Cuando estuvimos allí, en la calle principal vi a un tipo que podría encajar en esa estampa. Tenía un bigote a lo Enstein y un traje marrón de los que no se ven en Europa desde hace al menos medio siglo.  

  No he realizado ni una sola anotación o subrayado.De entre los miles a disposición elegí éste primero por quién era el autor y segundo por la editorial.

lunes, 11 de noviembre de 2024

DIAS DE LLAMAS. JUAN ITURRALDE.

   Cuando vi este libro en la librería de Juanito, en pleno Rastro, recordé que Trapiello había dicho algo en su libro de Las Armas y las letras, pero no sabía el qué; lo que sí me extrañó fue su publicación, tan tardía como el año 2000. Lo dejé en su sitio y cuando llegué a casa lo consulté: “la literatura precisa distanciarse de los hechos que narra”. “Su publicación tardía, en plena transición, la convirtió pronto en una novela de culto”. Ni que decir tiene, fui el domingo siguiente a por ella. No estaba. Le pregunté al encargado, supongo de nombre Juanito, y me dijo que no sabía si la había vendido. Volví a buscar en otros estantes. Y allí estaba! Editorial Debate, seis euros. “Su novela tardía fue suficiente para incluirle en este libro”. Para mí también lo fue para ir a comprarla.

  En realidad el nombre de Juan Iturralde fue el seudónimo de José Pérez Prat, abogado del estado.

  En esta novela y volviendo a Trapiello dice que: “la primera exculpación de la izquierda en la responsabilidad de las checas de Madrid dando a entender que el terror fue obra únicamente de los incontrolados. La tesis le valió una favorable e interesada acogida al margen de su encomiable sobriedad y equidistancia en pos de la reconciliación nacional que la sociedad española demandaba en el momento de su publicación”.

  Cuando estalló la guerra tenía Iturralde veinte años. Muchas de las cosas que se cuentan las vivió de primera mano y otras que le contaron. Él pertenecía, como el protagonista, juez de instrucción, al mundo del derecho. Se alistó como requeté. La izquierda durante todas estas décadas no ha querido oír hablar sobre los muchos crímenes cometidos en el Madrid de la guerra.

  El estilo de cómo está escrito el libro no me ha gustado: “un estilo literario simulteanista y torrencial, tan de moda en aquellos años”. Pues esa moda, menos mal, quedó atrás. A esto en la contraportada se llama “escrito con enorme inteligencia creativa”. Recomienda para contrarrestar Trapiello a Morla Lynch, el embajador chileno en Madrid en su España sufre. Ni que decir tiene que ya está en la cesta.  

  Párrafo subrayado: “No se conformarán con los saqueos ni con las matanzas del Cuartel de la Montaña porque se mascaba y respiraba el odio, que surgía ahora pero que existía desde mucho tiempo atrás y que era una acusación irrefutable, un enorme chancro que habíamos intentado curar con aspirinas y compresas calientes”.

 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

JAIME CAMPMANY. EL CALLEJÓN DEL GATO.


RETRATOS AL VITRIOLO.

 

  Acabo de terminar uno de los libros que me regaló aquella amiga de la pude llevarme dos bolsas del Ikea repletas, de la herencia, etc. Se llama el Callejón de Gato por aquello de los espejos que deforman, etc. O sea, retratos que han sido escritos, como dice el autor, Jaime Campany, como le ha dado la real gana. Retrata a  Suárez, a Alberti, a Semprún, Sánchez Mazas, Gerardo Diego, Luis Solana, etc. Tiene cantidad de anécdotas jugosas. Cuenta que una vez Jesús Quintero le llamó para hacerle una entrevista. El del Perro Verde le comenzó a recitar una poesía de Alberti comenzando por “usted que es de derechas no habrá oído este poema de Rafael Alberti… y comenzó a recitar

 

Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

lanzó al aire este lamento:

 ¡Ay, mi blusa marinera,

cómo me la inflaba el viento

al divisar la escollera!”.

 

  Cuando hubo acabado le dijo que no pensaba hacerle sangre (por lo de meter la pata) porque tenía ese mismo poema escrito en una servilleta después de un encuentro del poeta y el periodista en Roma. Con dibujito albertiniano incluido.

  También dice cosas divertidas y estridentes de Cela que escribió un poema cómico de los que le gustaban:

El puente tiene tres ojos,

Yo tengo dos solamente,

Pero contando el del culo

Tengo los mismos que el puente.

 

  Jartá de reír sobre el gafe de Luis Yáñez, lo recordaréis porque se le hundió la carabela según salía del astillero. “Menos mal que pidió perdón solemnemente a los americanos por la participación de España en el Descubrimiento. También Colón estaba ya a salvo en la Historia, pero doy el aviso serio de que peligran sus estatuas más famosas, la de Barcelona, cara al mar, y la de Madrid en la plaza de su nombre”. Cómo sabía el tío cómo se las iban a gastar. El libro, divertidísimo, es de 1999, el siglo pasado.

  Me he preguntado leyendo a este hombre, un periodista de raza famoso y poderoso de los de antes, de cuando la prensa sí era un poder más o menos independiente, si había alguien leyendo a Campmany en España. Y creo que la respuesta sería que no.

  “Por la misma razón que doña María recogió peder en su Diccionario, podría haber recogido Bilbado, bacalado, cacado y piripipado”.

  De González Ruano, del que tengo pendiente sus Diarios, el comentario sobre sus memorias: “Sus memorias Mi medio siglo se confiesa a medias es una verbena sagrada y golfa de la vida literaria de medio siglo XX y una riada de saberes raros, personajes peculiares y observaciones regocijantes”.

  Un gran periodista, un clásico.