RETRATOS AL VITRIOLO.
Acabo de terminar uno de los libros que me regaló aquella amiga de la pude llevarme dos bolsas del Ikea repletas, de la herencia, etc. Se llama el Callejón de Gato por aquello de los espejos que deforman, etc. O sea, retratos que han sido escritos, como dice el autor, Jaime Campany, como le ha dado la real gana. Retrata a Suárez, a Alberti, a Semprún, Sánchez Mazas, Gerardo Diego, Luis Solana, etc. Tiene cantidad de anécdotas jugosas. Cuenta que una vez Jesús Quintero le llamó para hacerle una entrevista. El del Perro Verde le comenzó a recitar una poesía de Alberti comenzando por “usted que es de derechas no habrá oído este poema de Rafael Alberti… y comenzó a recitar
Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
lanzó al aire este lamento:
¡Ay, mi blusa marinera,
cómo me la inflaba el viento
al divisar la escollera!”.
Cuando hubo acabado le dijo que no pensaba hacerle sangre (por lo de meter la pata) porque tenía ese mismo poema escrito en una servilleta después de un encuentro del poeta y el periodista en Roma. Con dibujito albertiniano incluido.
También dice cosas divertidas y estridentes de Cela que escribió un poema cómico de los que le gustaban:
El puente tiene tres ojos,
Yo tengo dos solamente,
Pero contando el del culo
Tengo los mismos que el puente.
Jartá de reír sobre el gafe de Luis Yáñez, lo recordaréis porque se le hundió la carabela según salía del astillero. “Menos mal que pidió perdón solemnemente a los americanos por la participación de España en el Descubrimiento. También Colón estaba ya a salvo en la Historia, pero doy el aviso serio de que peligran sus estatuas más famosas, la de Barcelona, cara al mar, y la de Madrid en la plaza de su nombre”. Cómo sabía el tío cómo se las iban a gastar. El libro, divertidísimo, es de 1999, el siglo pasado.
Me he preguntado leyendo a este hombre, un periodista de raza famoso y poderoso de los de antes, de cuando la prensa sí era un poder más o menos independiente, si había alguien leyendo a Campmany en España. Y creo que la respuesta sería que no.
“Por la misma razón que doña María recogió peder en su Diccionario, podría haber recogido Bilbado, bacalado, cacado y piripipado”.
De González Ruano, del que tengo pendiente sus Diarios, el comentario sobre sus memorias: “Sus memorias Mi medio siglo se confiesa a medias es una verbena sagrada y golfa de la vida literaria de medio siglo XX y una riada de saberes raros, personajes peculiares y observaciones regocijantes”.
Un gran periodista, un clásico.
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