En este librito del que tantas veces oí hablar se compara el brillo de occidente, lo bruñido, el oropel, la luz, el reflejo, con lo amortiguado en oriente, lo suave, la sombra.
Otro ejemplar sacado de la casa de Moncloa. Me dio una alegría inmensa cuando lo vi en la sección de oriente. También me llevé la novela china Sueños en el Pabellón Rojo, un novelón de más de mil páginas. Este, de 1933, tiene 95 páginas en pequeño formato. Editorial Siruela. Las páginas de todos estos libros siguen oliendo a tabaco rancio pero no me importa.
El anterior dueño tiene un párrafo subrayado: “nuestros antepasados, obligados a residir, lo quisieran o no, en viviendas oscuras, descubrieron un día lo bello en el seno de la sombra y no tardaron en utilizar la sombra para obtener efectos estéticos”. Yo también lo hubiera hecho. También subrayé éste y ninguno más: “nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes”.
Dentro un billete de metro. Año 1994. Un “sencillo” con las letras algo deslucidas, en sombra.
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