martes, 11 de marzo de 2025

EL PRIMER NAUFRAGIO. PEDRO J. RAMÍREZ.

 

  Más de mil cien páginas.  He llegado como un náufrago a la orilla después de estar toda la noche luchando. Más de quince días de intensa lectura. Este hombre, magnífico periodista y escritor, magnífico especialista en la Revolución Francesa y tantas otras cosas, parece haber estado allí, husmeando entre todos los protagonistas de la Convención entre jacobinos, girondinos, saint-culottes, etc. Vi en video de Pedro J. en el cual enseñaba una vitrina con la primera edición de la Enciclopedia.

 

 Se habla de una infinidad de personajes pero nunca da la sensación de estar leyendo una novela, que no lo es. Es como un ensayo histórico o como un gran reportaje de periodismo si al director no le importara perder al mejor durante cinco años.

  Por ejemplo, se habla  de un personaje curioso: el español José Marchena: pequeñajo, feo, contrahecho, sucio, pero con una gran cultura y determinación, que fue a Francia a maquinar contra España para llevar allí, a España, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Siempre me he preguntado de qué lado hubiera estado yo: no, no soy religioso así que no habría estado con la iglesia, pero no me gusta que un país extranjero nos toque esos mismo cataplines. Al fin y al cabo el rey francés era pariente del nuestro. Y si con el absolutismo ya había crímenes y arbitrariedad no te quiero contar qué se lio con los tejemanejes revolucionarios. Aquello se parecía a la peli de Los Inmortales, todo el mundo cortándole la cabeza al de al lado. 

 

 Los hijos de la Revolución enseguida comienzan a autofagocitarse en una locura de muerte y destrucción.  Unos pretendían desmembrar a la patria, otros centralizarla, otros marcar cada precio por ley, otros mandar con más componentes, otros con menos. El pecado de federalismo se podía pagar con la guillotina.

  “para que la fuerza se apoye en la ley, es preciso que la ley pueda primero apoyarse en la fuerza”.

  También habla de un personaje curioso. Una joven nacida en Carabanchel, “hija del fundador del Banco de San Carlos, el industrial y financiero natural de Bayona Francisco Cabarrús, Teresa”. La mandó a Francia a casarse con un poderoso parlamentario. Ella tenía catorce años.

  “Danton, al anunciar a Europa que intenta recuperar la herencia de Carlomagno, crea tal vez a Napoleón”. Esta frase estaría bien traída por ver qué personaje va a crear Donald Trump.

 

  “Cuando se comienza una revolución es preciso estar listos para subir al patíbulo”. Por eso como recordaba Trapiello en un libro suyo, los más beneficiados de las revoluciones son siempre los rezagados.

  Hablaba, “se comportaba como un volcán cubierto de nieve”.

  Especialmente me han gustado las páginas dedicadas técnicamente al funcionamiento de la guillotina. Se preguntaban muchos ciudadanos, cirujanos, carniceros, si la cabeza seguí produciendo pensamientos. “Pienso, pero no existo”.

  También existían los bulos. En un periódico se publicó que un inglés, admirador de la Revolución, se suicidó al comprobar el triunfo “de la imbecilidad y de la inhumanidad sobre el talento y la virtud”. En realidad se había herido con un cuchillo y estab vivo y coleando.

  También se describe con detalle el eterno problema que han tenido todas las revoluciones en cuanto al reparto de las tierras para que se produzca más justamente, y cómo compatibilizarlo con las reclutas de los soldados que tienen que ir a proteger las fronteras. Aquí en nuestra guerra también nos dimos cuenta del problemón.

  El libro está editado a capricho. Nievo creo que costaba cerca de cuarenta euros pero a mí me costó quince en la feria del libro de Recoletos. Precioso, como si Pedro J. hubiera tenido toda la influencia del mundo en la mejor editorial del Planeta.

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