jueves, 27 de junio de 2024

MI ÚLTIMO SUSPIRO. LUIS BUÑUEL.



  A pesar de que en la colección pone que ha sido escrito por el realizador maño enseguida descubre uno que en realidad ha sido escrito por uno de sus más fieles guionistas: Jean Claude Carrère. Este libro es el resultado de miles de horas de conversación. Y el resultado ha merecido la pena: para la historia de la cultura y para el disfrute del lector.
  Este libro lo compré en BookCenter que es la librería que parece haber absorbido los fondos y las técnicas de los VIPs. Qué pena. Creo que desde que cerraron esos espacios dentro de los restaurantes no he vuelto a entrar en ellos. El caso es que por menos de cinco euros he pasado momentos verdaderamente divertidos leyendo las vidas y aventuras de Luis Buñuel, uno de nuestros directores de cine más internacionales.

  Uno de los detalles que recordaré siempre de Bueñuel es que era de izquierdas, le gustaba disparar con escopetas, el boxeo, y le gustaba convivir con ratas. “Toda mi vida he vivido con ratas, salvo en los últimos años. Las domesticaba completamente y, la mayor parte de las veces, les cortaba un trozo de cola (es muy fea). La rata es un animal apasionante y muy simpático. En México, cuando acabé teniendo ya unas cuarenta, las solté en el monte”.

  También que era un ser curioso de la historia y de todo lo humano: “yo me enteré de la guerra rusojaponesa de 1905 por los cromos de chocolate. Al igual que la mayoría de los niños de mi edad, yo tenía un álbum que olía a chocolate”. Buñuel nació en Calanda y su familia tenía medios más que suficientes para enviarlo a Zaragoza y más tarde a Madrid para estudiar o para disfrutar. En cualquier caso, para vivir. Iba a escuelas en donde el profesor podía preguntar a un alumno: “¡Mantecón! Refútame a Kant!”. Si llevaba bien aprendida la lección tardaba menos de dos minutos en refutarlo.

  A menudo he soltado una gran carcajada leyendo este libro, como cuando cuenta que en 1928 le confiesa a su madre que va a hacer su primera película: “ella se llevó un gran disgusto y casi lloró, como si yo le hubiera dicho: Mamá, quiero ser payaso”. Me derramé un café cortado, bien caliente. Era un tipo muy listo. De esos de inteligencia natural. Sacaba las mejores notas sin esfuerzo y algunas veces cometía fechorías para no tener que ser el primero de la clase.

  Buñuel fumaba y bebía, prefiriendo esto a los excesos del amor. Si tuviera delante al diablo y le ofreciera un don: poder seguir bebiendo y fumando sin que su organismo se resienta.

  Creó una imagen: el morcillismo: que nace del afán insaciable de elogio. Tampoco le gustaba el Guernica, como a muchos de sus compañeros de la cultura. Alberti, Bergamín.

  Cuenta, y nos avisa que contar sueños es un coñazo, cosas que yo también he tenido como obsesivas: Sueña que vuelve al cuartel y sueña que no encaja en ese sitio.

  Escribe sobre las bases del surrealismo: Abrir todas las puertas a lo irracional. Admitir solo las imágenes que nos impresionan sin saber por qué. Cosa que enlaza con los dilemas morales entre lo aprendido y lo experimentado.

  Me han gustado especialmente sus observaciones en la preguerra y la guerra civil: “En el interior del bando republicano comenzaban a manifestarse graves divisiones. Los comunistas y los socialistas querían, ante todo, ganar la guerra, aplicar todos sus esfuerzos a la obtención de la victoria. Por el contrario, los anarquistas, considerándose como en terreno conquistado, organizaban ya su sociedad ideal”.

    Habla bien, curiosamente de Lorca: “Federico es el primero. No hablo ni de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él”. No encuentro un elogio mayor.

  Él fue un personaje de la historia, porque somos seres que navegan en el impulso de su tiempo. “Es una ilusión creer que se puede escapar a la Historia, al tiempo en que se vive”: Cuando las izquierdas ganan las elecciones “el pueblo español atacó primero a la Iglesia y a los grandes propietarios, representantes de una antiquísima oposición. Quemando iglesias y los conventos, matando a los sacerdotes, el pueblo designaba con toda claridad a su enemigo hereditario”. “Del otro lado, del lado fascista, los crímenes eran cometidos por españoles más ricos y más cultivados”.

  Tiene ideas que ahora resultarían prohibitivas. Observaciones que ahora sencillamente no podría hacer: “A algunas mujeres les gustan los enanos. Quizá porque experimentan la impresión de tener a la vez un amante y un hijo”.

  Cuenta que en una proyección Vittorio de Sica salió horrorizado y le preguntó a la mujer de Buñuel si le pegaba: Ella contestó: cuando hay que matar a una araña me llama a mí.

  Y unas reflxiones en torno a la vejez: “Hasta los setenta y cinco años no he detestado la vejez. Incluso encontraba en ella una cierta satisfacción, una calma nueva y apreciaba como una liberación la desaparición del deseo sexual y de todos los demás deseos”. Pues sí, creo que hacerse viejo de manera sana es hacerse en cierta manera budista. Quiso morir como Aub, “que murió de pronto mientras jugaba a las cartas”. Así también para mí porque presiento que moriré de un ataque al corazón.

  “Yo he llegado a compadecer a Franco, a quien se mantuvo artificialmente vivo durante meses, a costa de sufrimientos increíbles”. Aún recuerdo unas declaraciones de quienes lo cuidaban que habían filtrado unas palabras del dictador: “¡qué difícil es morirse!”.

  Era un antifanático de manera fanática.

 

domingo, 23 de junio de 2024

IGNACIO CARRION. DIARIO ULTIMO. 2016.


 

   Por fin leo el último diario leído de este importante periodista y escritor. Al menos para mí desde que leía sus buenos reportajes en diferentes diarios. Aprovechando la feria del libro de Madrid en El Retiro fui directo a la editorial Renacimiento, lo pedí y ¡lo tenían! Cosa que no siempre es fácil.

  Recordar que empecé por La hierba crece despacio, el tomazo de 1000 páginas que compré un poco con la mosca detrás de la oreja al ser su precio ridículamente bajo: 1 euro, en esa cueva de los milagros que es el Bookcenter. Es como el almacén de las oportunidades de ropa: si lo ves y te atrae, cómpralo. Me alegré porque me resultaron apasionantes. Empezó su diario cuando contaba veintitrés años y cuando sus padres lo envían a Viena para tratarse de problemas mentales. Me pareció muy bien escrito, descarnado, impúdico incluso, y sobre todo valientes. Desde entonces he querido leer toda su obra diarística[H1] : éste, el peor. Se nota que el editor ha querido estirar el chicle y ha juntado unas cuantas notas (pocas), algunas cartas, entradas de su blog, y, vergonzosamente, algunas repeticiones, calcadas, en las diferentes partes del libro, impropio de una editorial como Renacimiento.

  Este diario cuenta los últimos meses de su enfermedad. Fue fumador y bebedor toda su vida. Todo comenzó por un melanoma que se extendió a los pulmones, al hígado y finalmente al cerebro. Me ha gustado comprobar que todos, cuando estamos sanos, somos valientes pero cuando vemos el final cerca nos volvemos sensibles, atrapados a un final horroroso como es la nada. O quizá no, quizá sea esa la gran bondad del sistema: precisamente la nada. Ataques de llanto, ataques de ansiedad, insomnio, enfado, esperanza… y menos mal que tuvo la suerte de tener a una persona cercana y amorosa aparte de competente como su mujer Chus. “Por eso cuando pienso con cierta frecuencia que la muerte no es más que una vulgar caída en el sueño, creo estar en lo cierto”.

  El necesitaba anclarse a la vida, precisamente cuando la tenía pendiente de un hilo: “¿Escribir de qué? De cualquier cosa que me acerque a la vida. Una observación. Una anécdota. Una imagen ¡Vamos, aprovecha el tiempo que te queda! ¡Aprópiate de cuantos instantes van a pasar de largo!”

  A veces me exaspera y anoto cortes de manga en el borde de la página. Quizá se pase en la parte escatológica. No hace falta que nos cuente cómo de olorosos son sus pedos o cuán blandas son sus cacas. También se le nota una ideología un poco extremista. Decía sentirse, su generación, sexualmente reprimida por culpa del Caudillo y del Clero. Yo creo más bien, con Buñuel, que eso precisamente hacía más excitantes la cosa de la carne.

  En fin, que me lo podía haber ahorrado pero la inclinación de cerrar el círculo de un diarista comprometido con la verdad, con su verdad, era demasiado poderosa como para pasar de largo.


 [H1]

miércoles, 19 de junio de 2024

LENI RIEFENSTAHL. MEMORIAS.

    Hace unos cuantos sábados fuimos al mercado de Mahadahonda y luego fuimos a dar un paseo por la Gran Vía, un paseo animado porque es peatonal y la calle se convierte en un río de gente que va y viene. Al final del paseo le eché un vistazo al quiosco de prensa y vi que vendían libros de segunda mano: peligro. Tenía bastantes y casi todos interesantes para mí: viajes, historia, crónicas de periódicos, etc. Me llevé por tres eurillos Los Viajes de Entreguerras de John Dos Pasos y me quise llevar éste: las Memorias de la Riefenstahl, a 8.95. J. me dijo que tenía muchas lecturas pendientes y era verdad así que nos fuimos sin ellas. Pero el cerebro cría gusanos y hay que alimentarlos. El domingo por la mañana salí disparado para allá, angustiado por si lo habían vendido. ¡Y no estaba! Al menos en su sitio. Recorrí los montones y allí estaba. Lo cogí sin querer ver más y me lo llevé. Ahora le tocó el turno.

  No es que sea una escritura de la calidad de un escritor profesional pero la vida de esta mujer siempre merece la pena conocerse.

  Fue Leni Riefenstahl, una realizadora de cine que trabajó para el III Reich. Novecientas páginas. No tiene un estilo definido de escritor pero son muy interesantes las peripecias de esta dama de la cultura alemana. Comenzó como bailarina y actriz para pasar a ser directora, sobre todo de documentales. Después de la guerra tuvo muchas detenciones y estuvo presa de los franceses. Se la acusó de haber sido amante de Hitler y colaboradora de su régimen pero yo la creo a ella. Era una profesional que se sirvió de su talento para rodar esa obra de arte llamada Olimpiada.

  Ella tenía anotadas las conversaciones con los mandamases del III Reich. “Tengo la intención de crear una Alemania fuerte e independiente, un baluarte contra el comunismo, y eso solo es posible mientras dure mi vida”.

  La edición es del 2013 aunque ella lo escribió en el año 1987. Qué viejo soy, en uno de sus viajes que hizo para conocer a los Nuba yo ya había nacido.

  Es curioso cómo cambian las costumbres y los honores. Cuenta una anécdota que me llamó mucho la atención. El que posteriormente fuera su marido fue a visitarla al hotel y ante la insistencia de los golpes abrió: “Tras una fiera resistencia, logró su propósito. Yo no había conocido jamás una pasión como aquella, y nunca había sido amada de tal modo”. Ese “amada”  lo he subrayado doblemente.

  Pasó mucho tiempo con los nuba. Y tiene muchas observaciones de veras interesantes. “Solo aquel que era joven, estaba sano y, según sus conceptos, tenía un cuerpo bello, tenía derecho a ir desnudo”. Muchas playas agradecerían seguir esa costumbre. En otra ocasión me acordé de Marilyn Monroe y su Chanel número 5 utilizado para irse a la cama como toda indumentaria. “Una muchacha que no se había untado con aceite se sentía desnuda y por ello no podía participar en la vida de la aldea, ni siquiera en la danza que se efectuaba casi cada atardecer”.

  Me han encantado los ocho días que he pasado con esta dama aventurera. Debió ser de un carácter irresistible porque sedujo tanto a jefazos nazis como humildes miembros de una tribu africana. No me arrepiento de haber ido como un loco un domingo por la mañana a rescatarlo del quiosco.

 

jueves, 13 de junio de 2024

CAMPO DEL MORO. MAX AUB.

   No me termina de gustar delo todo el estilo de Aub pero por lo que sea últimamente cada poco, leo un libro de él. Incluso fui a la Visor para adquirir sus diarios editados en esa librería. Otra razón quizá sea que en Las Armas y las Letras Trapiello le otorga algunas de las mejores novelas de su tiempo. Calle Valverde por ejemplo, que leeré en su día. En esta, Campo del Moro, Aub nos lleva a un Madrid en el que sus habitantes están oliendo claramente la derrota. Desde el Cerro de Garabitas la artillería franquista barre los barrios de Argüelles, La Gran Vía y Moncloa. Los frentes se encuentran a unos pocos centenares de metros. El gobierno se ha ido ya a Valencia.

  En la guerra se madura pronto. O se alcanza experiencia o se sucumbe pronto. “La guerra es un abono como hay pocos”.

  De vez en cuando descubro expresiones que me parecen un acierto y no puedo evitar una sonrisa. “Creció a la buena de Dios, que suele ser mala manera. Los niños de su edad, notándole tan desmedrado, abusaron de él naturalmente”.

  “La destrucción –sea del tiempo o del hombre- es la expresión máxima de la fuerza del hombre y del tiempo. ¿Qué diferencia hay entre ambos? Ninguna. Por el hecho de ser hombre somos tiempo; el tiempo es hombre. Hecho a su medida, a su imagen y semejanza”. No cabe duda de que era un escritor filosófico.

  La derrota trajo mucha frustración, mucha negación de realidades. Un personaje: “Ya no creo ni en la libertad ni en la fraternidad ni en la igualdad. He visto demasiadas cosas que me hacen desesperar de la naturaleza humana. Todo lo que nos mueve son intereses pequeños. El hombre es maléfico, hipócrita, incapaz”.

  En la guerra siempre hay inconvenientes e incomodidades. Normalmente uno se queda sin casa y tiene que buscarse la vida. Una guerra es un universo de favores, de lealtades y de traiciones. Qué sería de mí y de mis cosas en una situación así: “…hizo avisar a Moisés Gamboa de que se marchara al d´`ia siguiente. Que, como fuera, cargara con su biblioteca y la depositara en su almacén.

-¿Cómo? ¿En qué? Son por lo menos cinco o seis mil volúmenes. Con el carrito tardaría una semana. No tengo quien me ayude”.

lunes, 10 de junio de 2024

FFELIX VARELA Y LA PROSPERIDAD DE LA PATRIA CRIOLLA.


 

JOSE ANTONIO PIQUERAS.

  Anoche estuvimos cenando después de las clases de baile (desastrosas) y nos fuimos a cenar al restaurante de al lado. Esta vez, aparte de los habituales, se apuntó una pareja originaria de Cuba. Yo quise sacar el tema de Cuba y su política, o más bien, de su falta de política. “Allí si no te apuntas al partido vas jodido”. Entonces le hablé de este libro: “¿Os suena el nombre de Félix Varela?”. Yo he de reconocer que hasta que no lo compré allá por el mes de julio del año pasado, no me sonaba de nada. “Claro, me respondieron a la vez, nosotros, todos los estudiantes en Cuba, saben de ese importante político”. Así se nos da la paradoja de que saben más de él los cubanos que los españoles, de donde él era natural, si no de nacimiento (nació en La Habana en 1788 confirmando la idea de que los de segunda o tercera generación procuran la independencia de su tierra cuando se da el caso) sí de origen puesto que su padre era militar español destinado allí.

  En un principio él respetaba la ley. “Cada ciudadano español es parte de la nación y puede decirse parte de la soberanía; pero ésta es indivisible, y sólo existe reunida la representación nacional, de la cual emanan después todos los poderes”. Todo eso durará hasta 1824, año en el que comienza a vislumbrar a Cuba como patria independiente.

  Aparte de ideólogo de la independencia también lo fue como abolicionista de la esclavitud. Estamos hablando del siglo XIX y aún estábamos así. “Las Cortes acordaron por mayoría no votar sobre el proyecto de ley penal acerca del tráfico de negros, con lo cual el asunto quedó zanjado. Una vez más los intereses esclavistas se habían impuesto”. La pela es la pela y las inversiones que se hacían no podían quedar sin sus correspondientes beneficios. “…reclamaban una moratoria de al menos seis años que permitiera a las haciendas proveerse de brazos, especialmente hembras africanas para la conservación de la especie y de las fincas”. El deseo de libertad (las ideas ya viajan a la velocidad de la luz gracias a la imprenta) les daba el deseo de ser tan felices como esos otros en el que solo se diferenciaban por el color de la piel. “Desengañémonos: Constitución, libertad, igualdad, son sinónimos; y a estos términos repugnan los de esclavitud y desigualdad de derechos”.

  Pero siempre hay una variable y un conflicto en el alcance de una ilusión: “El deseo de encontrar lo mejor nos hace a veces perder todo lo bueno”.

  El libro se completa con algunos trabajos de índole jurídico e histórico sin gran interés por mi parte. Una cosa buena: ya sé quién fue Félix Varela y doy por bien empleado el euro que me costó. Editorial de la Fundación Maphre, cuidadosamente cosido, de buen papel, que se nota la abundancia de medios para, quién sabe, justificar qué gastos. Da igual.