sábado, 7 de mayo de 2016

SCOTTY BOWERS. SERVICIO COMPLETO.




   No hace mucho se comentó la publicación de un libro en el que se contaban anécdotas de un personaje célebre: Borges. Anécdotas de mal gusto, de su decrepitud y sus miserias. En concreto hablaba de cómo se orinaba encima siendo ya un anciano. Mal gusto, soez, indiscreto, poco caballero.
  Este libro es esencia una sucesión sin sentido de infinidad de encuentros sexuales. Una enciclopedia bochornosa de todo lo que a uno se le pueda ocurrir y un poco más. Un catálogo absurdo de encuentros poco creíbles. Como si hubiera echado a volar la imaginación un loco deremate.
  Scotty Bowers era un joven recién licenciado después de la Gran Guerra y se colocó en una gasolinera. Años cincuenta. Al parecer era guapo, simpático y absolutamente desinhibido. El asunto de la prostitución –porque aunque lo niegue una y otra vez no deja de ser eso- comenzó cuando un potentado, después de haber llenado el depósito, le pidió que lo acompañara a su casa y le hiciera una felación, el potentado a él. En este libro se libran miles de felaciones, hechas por mujeres pero sobre todo por hombres. Al final montó una especie de club al que todo Hollywood, artistas consagrados pero también golfos y golfas de toda condición, iban allí a por un desahogo rápido y barato. Luego, con el pasar de los años se colocó de servidor de copas en las grandes fiestas y mansiones de artistas consagrados de la industria del cine.
  La existencia del libro la supe por Roberto Herrscher, un profesor de periodismo en Barcelona, argentino, del que leí su libro “Los Viajes del Penélope”, un libro del que ya hablé por aquí sobre su experiencia en la Guerra de las Malvinas. Dejé un comentario en su blog y un par de semanas después me contestó de manera muy amable. Incluso ofrecía un encuentro para cuando viniera a Madrid: difícil por mi timidez. El caso es que hice caso de su recomendación y ahora lo he leído. No me ha gustado nada. Hay que tener buen gusto para escribir y este tipo es un poco cerdo. No es que sea yo un hombre remilgado, para nada, incluso me encantan las escenas de sexo en la literatura pero siempre ha de tener un toque de gracia, un poco de arte, si no, se convierte en material basura. Dice Roberto Herrscher que narra su encuentros “con un estilo elegante, reflexivo, y una sabia estructura donde el cotilleo se mezcla con reflexiones sobre lo variado e irreprimible del impulso lúbrico, una mirada sorprendente a los entretelones de Hollywood y su forma de hacer películas y crear mitos, y más en lo profundo, una reflexión sobre el extraño peso de la conducta personal en el imaginario de un país fundado en las ideas de la libertad y el puritanismo”. 
No lo creo. 
  Debería haberse limitado a describir sus personajes, sus anécdotas, pero me espanta leer que a fulanito, un gigante de la escena, le gustaba chupar mingas sucias. La verdad, no hacía falta. Y una sensación que no me dejó en todo el proceso de su lectura: “este tío es un fardón; me cuesta mucho creerme todas esas proezas disparatadas”. ¿Había en Hollywood alguien moderadamente normal que no fuera gay o lesbiana? ¿Alguien que no estuviera hastiado con la vida?¿Alguien que no se la quisiera chupar?
  Objetivo: cuidarse a partir de ahora de libros como este.
  Un buen tipo y un buen periodista, no obstante, este Roberto. Su respuesta:
“Perdóname por la tardanza, Hermi! Estaba lejos en las fiestas. Fue una gratísima sorpresa encontrar tu mensaje. Me alego y me llena de orgullo y emoción que te haya gustado así mi libro. Yo puedo ayudarte a conseguir los otros libros, a través de sus mismos autores. Escribime a mi mail: robertoherrscher@gmail.com y seguimos la conversación. Y puede que nos veamos en Madrid. Te mando un abrazo fuerte desde Barcelona”.

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