lunes, 8 de julio de 2019

FORTUNATA Y JACINTA. BENITO PEREZ GALDOS.




    Cuando llevaba unas cincuenta páginas leídas de las casi novecientas anoté: “Llevo solo unas pocas páginas de FyJ. Ya sé que será uno de mis mejores libros. Lo sabía: Es el que me quedaba de los grandes. Con esa temática parecida. Bueno, dos. He leído Madame Bovary, La Regenta, Ana Karenina, Pepita Jiménez, ahora éste, y me queda también Los Maia, de uno de los grandes, vecino portugués: Eça de Quiroz”. Ahora terminado de leer pienso lo mismo pero sin exageraciones. No digo ya lo que decía Trapiello y que anoté también: “Dice que no es mejor que El Quijote, pero tampoco peor”.
Una frase para definir al Juanito Santa Cruz, el Don Juan del momento: “Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir”.

  “Porque si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho esa visita, esta historia no se habría escrito. Se hubiera escrito otra, eso sí, porque por do quiera que el hombre vaya lleva consigo su novela; pero esta no”. Una parte de esta frase, como en un frontispicio de la habitación de un Montaigne, va siempre con cada tomo de los Pasos Perdidos de los diarios de Trapiello.
  “Daba dolor ver las anatomías de aquellos pobres animales, que apenas desplumados eran suspendidos por la cabeza, conservando la cola como sarcasmo de su mísero destino”.
  Las imágenes como esta se suceden en esta obra inmortal. Es el espacio para poder subir a la casa de uno de los personajes principales, cerca de la Plaza Mayor. Uno puede oler y sentir esa algarabía de animales y porquería. Y luego dicen algunos que tiempos pasados fueron mejores. Ahora como todo el mundo sabe los pollos se hacen en el Mercadona.
  Una novela de las grandes, de las de amor, infidelidades, líos amorosos que era lo que de verdad le gustaba a Galdós, como decía Trapiello. Otro capítulo más. Ahora, como dijo un amigo lector empedernido como un servidos, ya no puedo decir: “qué suerte que tengas aún pendiente la lectura de Fortunata y Jacinta. Pues eso.
  “Y siendo el amartelamiento de losnovios bastante empalagoso, aél le parecía que todavía se quedaban cortos y que debían entortolarse mucho más”.
  Después de buscar durante meses una buena edición que pudiera ser leída por mí –no quería quedarme ciego-, encontré esta de la editorial Círculo de Lectores en El Rastro. Una edición intonsa en dos tomos imitando al lujo barroco. Todo pura fachada. A las primeras cogidas el lomo se descuajeringó y sonaban las tripas como si le estuvieran abriendo en canal. No sé cómo esta novela no tiene una edición de esas que llaman príncipe. Parece mentira. Puede ser que los responsables se digan que nadie o poca gente va a echarse a los ojos una novela gorda del XIX. Pero ya que subvencionan cacas todos los días podrían ayudar a preparar una buena edición de esta obra inmortal. Yo solo por tenerla la compraría.

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