lunes, 7 de diciembre de 2020

Celia en la revolución. Elena Fortún.

  Que soy un declarado lector de los libros de Trapiello no es ningún secreto para los que me conocen y para los cuatro o cinco que visitan este blog. Pero además también suelo leer los libros de los que habla; éste es uno de ellos. Ya de por sí la historia de la publicación de este libro es toda una odisea que, si no para hacer otro libro, sí para hacer un reportaje o al menos da para un brillante prólogo como es el caso, de quién si no que del mismo Trapiello. En el mismo se comienza hablando de las incursiones en el vasto mundo de los libros en América de Abelardo Linares, el editor, de cuando se trajo de unos almacenes del Bronx un millón de libros, Chaves Nogales, Campoamor, etc. “Sólo hubo algo en lo que esas dos Españas se pusieron de acuerdo desde el principio: en detestar, calumniar y perseguir a cualquiera que se negara a pertenecer a cualquiera de las dos”. Elena Fortún era de esa España. Era, antes de la guerra, “un pequeño fenómeno sociológico, un éxito fulminante”. Vendía muchísimos ejemplares. “Era una mujer maravillosa, agradable, delicada, sencilla, con un don especial para comunicarse con los niños y escribir de su mundo con exactitud y magia”.

  La novela: “A la chita callando Elena Fortún escribió una de las grandes novelas de la guerra civil”. Según el prologuista esta novela es donde mejor se cuenta lo de las chequas, que me ha recordado a su vez lo que se contaba en el libro de Preston “El holocausto español” del que ya hablé es este blog hace cinco años: “García Atadel. Era uno de los hombres al “servicio” de la República dedicado a buscar y encontrar, en las terroríficas noches de Madrid, quintacolumnistas y todo aquel que oliera a derechista. Pero en cuanto vio que se acercaban los de Franco quiso huir con tres maletas llenas de dinero y joyas robadas a sus víctimas. Partieron hacia Alicante con pasaportes falsos cubanos pretendiendo llegar a La Habana. Unas gestiones de Luis Buñuel y Luis Quintanilla (aquel del que hablé de los cuadros olvidados en Nueva York) hicieron que fuera detenido en Las Palmas. Posteriormente fue llevado a Sevilla donde lo ejecutaron a garrote vil en julio del 37”.

El libro, de la editorial Renacimiento, está diseñado por Alfonso Meléndez, cuya portada está hecha sobre un cartel de Cristóbal Arteche. Para recordar lo que represta esta editorial nada mejor que repasar el número 22 de la revista trimestral Jot Down, ahí, en una entrevista, se relatan todas las vicisitudes de Linares y sus libros.

  En la página 222 se habla de los intentos de un personaje por deshacerse de un hormiguero. Tantas veces echa agua como las hormigas se vuelven frenéticas y trabajan para volver a la normalidad. Hasta que al final le echa un producto químico para acabar con el hormiguero, y efectivamente desaparece la actividad, pero a la primavera siguiente vuelve a aparecer. Es un pasaje que sirve para expresar el absurdo de la guerra. La guerra destruye a muchos hombres mujeres y niños pero luego hay que seguir trabajando, seguir durmiendo y seguir viviendo.


 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

FERNANDO SAVATER. PENSAMIENTOS ARRIESGADOS.

  Este es un libro de recortes de Savater: Pensamientos arriesgados. Está bien para tener una visión de conjunto sobre su forma de ver el mundo, su mundo, las ideas, gustos y fobias que tiene. Tiene párrafos entresacados de sus libros y artículos. Al principio el hombre escribía de modo campanudo, demasiado académico, como si quisiera deslumbrar; solo más adelante comienza a ser claro; se puede comparar con lo que decía Picasso: toda la vida aprendiendo a pintar para terminar pintando como un niño. En este párrafo explica esto que digo de lo pedante:

  “La filosofía ha muerto: requiéscat in pace. La mató su cariño no correspondido por la ciencia, el salvaje conflicto generacional que la enfrentó con las últimas de sus hijas, la psicología y la sociología, que abandonaron finalmente, como el resto de sus hermanas, la casa del padre; murió de una indigestión de nubes, de pedantería aguda, de una perpetua embriaguez de neologismos: no pudo sobrevivir, anciana como era, a los horrores de las dos guerras mundiales y al sutil espanto de la polución de las conciencias por la propaganda totalitaria. Poco tenía que decir o hacer ya en este mundo: entre todos la mataron y ella sola se murió. Kaput. Muerta. Muy bien: ¿Y qué? Absolutamente nada. Ni siquiera la más ligera ondulación en la superficie de lo real, ninguna salpicadura en la vida cotidiana”.

  Está el libro repartido en secciones: filosofía, ética, política, lecturas y debilidades, para acabar con el aperitivo de los aforismos Savaterianos.

  En algunas, defendiendo a Savater (siempre lo he defendido en sus posturas) he dicho que siempre tiene razón. En sus posturas políticas y enfrentándose a los terroristas. Por eso a algunas personas no les gusta.

  “Yo creo que el aburrimiento y la miseria, opulenta o andrajosa, de la mayoría proviene de su bloqueo natural para disfrutar con metáforas”. Ay! El aburrimiento, cuánto mal hace en el mundo!

  “Una vida sin indagación no merece la pena ser vivida”. Sócrates.

  Comentarios tronchantes: “Un personaje de Salvador de Maradiaga tenía como lema: ¿Y tó pa qué? Que es un buen ejemplo de inquietud filosófica aunque todavía sin pulir”.

  La democracia: “Preferiría hacer disparates elegidos por él que disfrutar de aciertos impuestos por otro”.

  “¿Se han fijado ustedes que llamamos animales superiores precisamente a los que parecen más capaces de sufrir? Es que la conciencia del sufrimiento establece a nuestro modo de ver la jerarquía en el orden de la naturaleza: cuanto más pueden sufrir, más se nos parecen”. Puff, latigazo para los animalistas y sus contrarios.

  En política se sorprende del pacto de IU con el PNV. Por eso ahora, en este 2020, es peor. Se dice: ¡huy si lo viera…! Pues lo ve.

  Una de las secciones que más me ha gustado son sus comentarios de amor hacia sus nombres ilustres, por ejemplo Spinoza: “Sólo llegó a habitar cuarenta y cinco años entre los hombres pero, a partir de ese febrero de 16 en que murió, los hombres ya nunca deshabitarán del todo el orbe de símbolos que fabricó”. O el amor inmenso que le otorgó a Ciorán. Savater fue su descubridor. El pesimista más salao de la historia.

  “La mayor venganza que podemos tomar contra la gente que nos odia es ser felices”: Madame de Chátelet.

  Una cosa que me gusta imaginar es ver a Savater con una túnica blanca, un libro bajo el brazo y departiendo y lanzando preguntas filosóficas a un grupo de jóvenes, es decir, imaginarme a Savater cual Sócrates.  

  La edición es de José Sánchez Tortosa para la Esfera de los libros y colección dirigida por Gabriel Albiac. Tres euros en la librería Solidaria, Moncloa. Un maravilloso descubrimiento.

viernes, 27 de noviembre de 2020

AFRICANUS. SANTIAGO POSTEGUILLO.

 

  Muchos amigos y conocidos, sabedores de mi apetito insaciable de lectura, me llevaban recomendando con fervor que leyera a Santiago Posteguillo. Siempre me había negado. Siempre me decían: es como ver y estar en medio de las legiones romanas, es como una película. No es para mí esa clase de lecturas, les decía. Tú pruébalo y luego nos cuentas. Y así ha sido. Por fin he leído Africanus, la primera novela publicada de él. En el prólogo a esta edición del 2020 cuenta que en su día, antes del 2006, fecha de la primera edición, envió a varias editoriales su manuscrito y todas le dijeron que lo sentían pero no la veían para su editorial. Así que estuvo a punto de abandonar. Pero una pequeña accedió, se la publicó y al poco Ediciones B se hizo con ella; sacó una edición de cierta calidad y… ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, aparte de las secuelas, premios, Planeta, etc. Daría lo que fuera por ver las caras de todos esos listos que dijeron no a un autor que ha hecho ganar millones al que dijo que sí. Es, en efecto, una novela fácil. Una de romanos. Pero ¿a quién no le apetece ver alguna vez una de romanos? Y me ha gustado. Y sí, uno puede moverse por las escenas que cuenta, virtud no poco desdeñable en la vorágine de una guerra que dura años. En todo momento el lector sabe dónde y con quién está, qué personaje es y la relación de los que le rodean. Eso para mí es importante. Aunque a la vez también hay que decir que uno podría haber paseado por estas mismas páginas en formato comic.

    La novela trata de la II guerra púnica entre las tropas de cartagineses de Anibal, y la Roma cuyas tropas comanda Publio Cornelio Escipión, Africanus, hijo del Cónsul del mismo nombre. Un Anibal crecido después de atravesar los Alpes enfrentado a ocho legiones romanas, el mayor ejército nunca visto en la historia de las guerras de Roma. Cientos de miles de hombres en una extensión de no más de tres kilómetros de ancho. Batalla de Cannae, ahí se decidía todo: la supervivencia o la destrucción de un imperio, de una civilización. Y hay que darle la razón a Steven Pinker cuando decía que en la antigüedad era infinitamente más violenta la humanidad. Hay que imaginar a miles de hombres enzarzados a lanzazos, espadazos y hachazos. Los gritos, los heridos, la agonía. La sangre y el tajo de cerca. El olor al sudor y a la sangre.

  Posteriormente se narra el asalto de la capital de los cartagineses: Cartago con dos legiones mandadas por un jovencísimo general de 24 años, Publio Cornelio Escipión, vengando así la muerte de su padre y su tío en la referida batalla de Cannae.

  También, para compensar un poco de tanta lucha entra en escena, como un secundario prescindible, el autor de teatro Plauto. Bueno, está bien. Se cuenta una escena en la que contra todo pronóstico triunfa con su obra La Asinaria mientras que el futuro general Escipión es un concejal de festejos que asiste desde la primera fila a uno de los aplausos más largos y sonoros de la historia. Tito Macio Plauto es representado en todo el mundo desde entonces: estamos hablando de una obra estrenada hace más de veintidós siglos.

  Posteguillo ha seguido publicando secuelas de la época romana e incluso ha ganado el Planeta, sabedores ésta del tirón de ventas. Me alegro infinito por él. Por mi parte diré que está bien, que ya sé quién es Posteguillo y que he disfrutado de leer una novela que me ha costado justo diez días; de casi setecientas páginas de letra apretada. Y he aprendido muchas cosas interesantes pero no creo que vuelva a embarcarme en otra novela suya.

martes, 17 de noviembre de 2020

LAS CULTURAS FRACASADAS. JOSE ANTONIO MARINA.

 

    Algún conocido me ha dicho, al saber de esta lectura mía, que no soportaba a JA Marina porque le parecía un señor de esos  con zapatos de gamuza, chaqueta planchada y, en definitiva, como un tipo remilgado y algo plasta. Yo le contesté que era un poco pedante en las tertulias pero, para mí, después de leer Elogio y refutación del ingenio, me han interesado siempre los ensayos que he leído de él: Teoría de la inteligencia creadora, Ética para náufragos, La arquitectura del deseo, La inteligencia fracasada. De todos estos libros he sacado gemas que he ido coleccionando en mis cuadernos de apuntes. Y como le decía también: Es como leer libros de texto pero con encanto, cosa poco habitual.

  En el caso que nos ocupa el autor trata de hacer un repaso por la historia de las sociedades que en algún momento y debido a diferentes motivos han fracasado, o han triunfado. Y nos compara a la sociedad de las hormigas. Las hormigas, bajo mi punto de vista, son perfectas porque son en realidad un organismo en el que cada célula, cada individuo, es en realidad parte especializada de un todo y andan por el suelo sueltas. Esto lo dijo muy bien el gran sociobiólogo Edward O. Wilson en su maravilloso libro sobre las hormigas.

  El libro se estructura en pequeños apartados de títulos poéticos “La inteligencia enamorada y desamorada", "La inteligencia de los equipos", etc, donde se explica la cosa y se ponen ejemplos o anécdotas generalmente sabrosas. En el punto dos, por ejemplo, bajo el título ¿Somos racionales o irracionales en nuestros comportamientos sociales? Dice: “…me recuerda lo que contaban de un político optimista que decía: Arreglar el conflicto judío-palestino es muy sencillo. ¡Basta con que todos se comporten como buenos cristianos!”.

  Y una frase en la que se habla de un tema del que el día anterior estuvimos hablando en una entrañable comida en Aranjuez, las peleas entre atenienses y espartanos ¡Qué casualidad!: “Ya Tucídides vio en esto la verdadera causa de la guerra del Poloponeso: Lo que hizo inevitable la guerra fue el crecimiento del poder ateniense y el miedo que esto provocó en Esparta”.

  “Ortega estudió con gracia la génesis del gesto de darse la mano. Ese saludo resuelve un problema, el del acercamiento a un individuo cuyas intenciones desconoces. Al chocarse las manos se demuestra que no empuñan armas”. En esta actualidad pandémica no hay gesto más extraño que ver a dos individuos estrecharse las manos.

  “La esencia del hombre es el deseo”: Spinoza. Y tomarse las cosas, todas las cosas, con calma, como decía Amos Oz en el libro recientemente leído.

  “Los sistemas fascistas y también el sistema soviético, aunque por diversas razones, consideraban que el Estado era todo y el individuo nada”. Lo que enlaza con mi idea del abanico japonés que se cierra en 360 grados: vease VOX y Podemos.

  Me encanta leer frases, vamos a llamarlas ahora melodías, que han sido algo así como tarareadas por mí mismo: “Al parecer, estamos presos de nuestra herencia biológica y de nuestra herencia social”.

  “Es lo que Robespierre pensaba: Nuestra voluntad es la voluntad general”, y sigue: “Hace no muchos años, unos miembros de Herri Batasuna me dijeron lo mismo en referencia a un posible referéndum en el País Vasco: sólo tendrán derecho a votar los que comprendieran el deseo del pueblo vasco, es decir, la independencia. Es decir, ellos”.

  “El patriotismo es una herramienta afectiva para implicar a los ciudadanos en los asuntos públicos”. Así es más fácil pedirle sacrificios.

  “Un proverbio beduino dice: Para acercar nuestros corazones, alejemos nuestras tiendas”.

  “La evolución hacia un islam liberal y democrático sólo pueden hacerla los propios musulmanes. No se puede imponer desde fuera, porque suele producir rechazo, como los trasplantes de órganos”.

  “Para ella –Hannah Arendt- el motivo de mayor preocupación era que muchos de los que participaron en el Holocausto no fueran personas perversas, ni sádicos declarados sino espantosamente normales”.

 “Napoleón es un político amamantado por la Revolución Francesa. Franco sólo es explicable en un mundo que sentía pasión por gobernantes autoritarios, por la confesionalidad (religiosa o política) de los Estados, y por los nacionalismos extremos. Y gobernó en una España que desde hacía un cuarto de siglo añoraba la llegada de un caudillo”.

  “El niño nace con un cerebro configurado en el pleistoceno. La educación lo transfigura en pocos años, transfiriéndole las invenciones creadas por la humanidad a través de los siglos. En cada niño, renovamos la humanidad”. Esto lo dijo en forma de canción maravillosa Serrat, Esos locos bajitos.

  Recuerda, para acabar su libro, el epitafio de Max Aub: “Hizo lo que pudo”. Y termina el autor diciendo lo mismo: “Hago lo que puedo”. Así que me uno a ellos y lo digo: “Hice lo que pude”.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Suite italiana. JAVIER REVERTE.

  El pasado 31 de octubre moría en Madrid mi querido Javier Reverte. No sabía que estaba tan enfermo. Así que, en cuanto pude me acerqué a la librería y compré su último libro de viajes. Este Suite Italiana.

  Javier era uno de los pocos tipos que, si me lo hubiera encontrado por la calle, le hubiera saludado y le hubiera mostrado mis respetos y admiración. Un hombre humilde, culto, viajero, de los que saben moverse en solitario y también con amigos; cómo olvidar el viaje de África con su hijo. Qué suerte tener un padre así, al menos visto desde la atalaya del rendido lector.

  Siempre, leyendo sus libros de viaje, se nota que le gusta la historia, la geografía y la poesía. Y hablar con la gente. Es, quitando el viaje físico, la mejor manera de viajar que se ha inventado: ir de la mano de un gran escritor y un gran observador.

  Para ilustrar lo de la mafia vasca –para mí ETA devino en una mafia- con la colaboración de la iglesia vasca, un párrafo sobre la siciliana: “El cardenal Salvatore Pappalardo llegó a calificar el “macroprocesso” (se refiere al macro juicio que impulsaron los jueces Falcone y Borsellino, lógicamente antes de que los mataran) como un espectáculo opresivo, señalando que el aborto segaba más vidas que la Mafia”.

  Aquí no queda más remedio que enlazarlo con el tema de las asociaciones de curas que han justificado el terrorismo de ETA y que, menos mal, le ha costado el puesto al párroco de Lemona por decir que es lógico que "un pueblo oprimido al que quieren conquistar responda con violencia". ¿Se puede ser más cínico? ¿Se puede ser más mala persona?

  He pasado por Venecia y Trieste, la convulsiva historia de Sicilia. Las conquistas, las guerras, los terremotos, el Etna, la Mafia, la comida… es un gusto. Ya que no se puede viajar como uno quisiera en estos tiempos de pandemia al menos tienes un amigo (yo lo consideraba un amigo aunque no lo conociera en persona) que te enseña lugares únicos. Otra cosa que me gusta de sus libros es la infinidad de referencias a otros libros, párrafos entresacados, y muchas veces de autores de los que no tenía ni idea: hablando de lo blandito que eran los soldados italianos, los cuales se rendían tan rápido que era imposible gestionar la logística: “No se puede desarrollar un odio como es debido hacia unos soldados que se rinden ante uno tan deprisa que, para capturarlos, hay que darles cita con antelación”.

  En una discusión con un vecino, intentando que lea El Gaopardo, del que dice que es, o era, una novela sobre comunistas, le pregunta: “-¿Y no cree que debemos leer y ver sólo aquello que comprendemos y cuyas ideas compartimos?

-Es más bien al revés.

-¿Y por qué?

-Porque, a veces, tu enemigo puede tener razón. La libertad a menudo consiste en cuestionar tus convicciones”.

  Unas frases que yo en utilizado en muchas ocasiones para defender la libertad, y la democracia.

  Y otra frase, rescatada del libro de Lampedusa que tantas veces he recordado: “Un palacio del que se conocen todas las habitaciones –decía el Tancredi de la ficción- no es digno de ser habitado”.

  Por desgracia nunca más volveré a esperar el próximo de Javier Reverte. Espero de corazón que en el más allá encuentre su paisaje africano, o aquel en el que haya sido más feliz.