sábado, 21 de diciembre de 2019

BORÍS PASTERNAK. EL DOCTOR ZHIVAGO.



  Hará diez años leí una preciosa entrada en su blog de Muñoz Molina en el que hablaba de la fiebre lectora de Elvira Lindo, su mujer, a propósito de esta novela. Me quedé con la copla. Luego he leído libros que se desarrollan en un tren. Todo Fluye, de Vasili Grossman, Ana Karenina, etc. Así que sabía que tarde o temprano iba a emprender esta lectura. La lectura de otro clásico. “Qué maravilla sumergirse así en una novela”. Así es. Aunque he de decir que al comienzo me ha parecido un poco liosa, con tantos personajes, tantos hechos secundarios. Enseguida, cuando se ubican bien a los protagonistas, sobre todo a Yuri y a Lara, los amantes, se vuelve cada vez más interesante, más dramático.
  La edición es cuidada. Buena tipografía, como hace siempre la editorial Galaxia Gutenberg. Está traducida por la joven Marta Rebón directamente al español. En las revoluciones (la Revolución Rusa es el periodo en el que se desarrolla la historia) las vidas de las personas sufren un terremoto. Yuri, médico, está casado y tienen un hijo. Pero por esos avatares tienen que viajar y conoce a la joven Larisa, Lara. Y ahí comienza una aventura desventurada, hasta que llegan a una antigua casa de campo en la cual intentan vivir. Apartada, rodeada de silencio, donde unos amenazantes lobos vienen a visitarlo cada noche. Han de irse. Todo provoca una gran congoja. El frío en las tierras inhóspitas de Rusia.
“… para los inspiradores de la revolución el tumulto de disturbios y transformaciones constituye su auténtico elemento. Para complacerlos, necesitan algo a escala del globo terráqueo. La construcción de mundos, los periodos de transición, son para ellos un fin en sí mismo. .. El hombre nace para vivir, no para prepararse para la vida”.
  Apenas he subrayado este párrafo nada más. La novela se lee como el sonido del tren al pasar por los raíles. Se va bebiendo las páginas sin darse uno cuenta. Grande el poeta Pasternak.
 Párrafo subrayado por Antonio Muñoz Molina en el artículo arriba descrito: “Pero para hacer el bien, a su rectitud moral le faltaba la tolerancia del corazón, que no conoce casos generales, sólo particulares, y cuya grandeza está en las pequeñas acciones”.

lunes, 16 de diciembre de 2019

MIGUEL DE UNAMUNO. VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO.



  Este libro, una preciosa edición del recién fenecido Círculo de Lectores, lo tengo desde el año 94. Lo leí en su día y me gustó. Esa manera unamuniana de entender lo español a través de los dos inmortales personajes, nunca mejor dicho. De aquellos tiempos me quedó aquello de preguntarme en qué se diferenciaba Don Quijote de cualquier otro famoso difunto. De hecho no sé dónde leí que había turistas japoneses que buscaban en los pueblos de la Mancha la tumba del andante caballero, no dejándose convencer ante las explicaciones de cualquier habitante desinformado. “Siempre se confesó, antes que cervantista, quijotista, pues es a Don Quijote, frente a Cervantes, a quien le da realidad histórica, en tanto que Cervantes no sería para él sino mero ejecutor de una historia que ni siquiera es suya”. Del excelente prólogo de mi querido Trapiello. Y sigue. “Del libro de Unamuno Azaña llegó a decir que era la mejor autobiografía de un español contemporáneo. ¿Qué quería señalar con ello? Que Unamuno se había hecho eco de todas las preocupaciones de un hombre de su tiempo que tenía ante sí una España destrozada por las guerras coloniales, sin imperio y sumida en la miseria espiritual heredada del siglo XIX, el siglo de los pesebres conformistas y burgueses”.
  La razón de que haya vuelto a leerlo es que vimos hace unos días la película de Amenábar sobre el sabio español, o más exactamente sobre la famosa escena del paraninfo de la Universidad de Salamanca. Todas las escenas coincidían allí. Pero era gozoso ver o imaginar a Unamuno paseando por las calles o charlando con sus amigos, aquellos que tan mal acabaron luego en el estallido de la barbarie. En el libro Unamuno desmenuza el libro de Cervantes casi capítulo a capítulo y cuando algo no le interesa lo despacha así: “esto no me interesa y me lo sato”. Pero en lo esencial lo dice todo. La contaminación progresiva del Quijote en Sancho Panza y al revés. La valentía, la aventura, lo espiritual luchando contra lo material y humano.
  Unamuno es profundamente religioso y a la vez descreído. O por lo menos en el sentido “catequisista” de la religión. “Han llegado a preguntarse estúpidamente para qué  hizo Dios el mundo, y se han contestado a sí mismos: ¡para su gloria!, y se han quedado tan orondos y satisfechos, como si los muy majaderos supieran qué es eso de la gloria de Dios”.
  Y cómo se ha hecho mía la siguiente frase: “Y hemos concordado en que una locura cualquiera deja de serlo en cuanto se hace colectiva, en cuanto es locura de todo un pueblo, de todo el género humano acaso”. Y no sigo porque apuntaría aquí el capítulo entero. He sumado lo que ya tenía subrayado otros de ahora. Y no puede ser que haga un comentario con subrayados pero es que, dentro de unos años, esto será lo que más recuerde, si recuerdo algo. “El más seguro bien de la fortuna es no haberla tenido vez alguna”.
  El espejo: “Y tú Sancho, no naciste para mandar, sino para ser mandado, y el que para ser mandado nació, halla su libertad en que le manden y su esclavitud en mandar; naciste, no para guiar a otros, sino para seguir a tu amo Don Quijote, y en seguirle está tu ínsula”.
  “Sólo lo pasado es hermoso; la muerte lo hermosea todo. ¿Creéis que cuando el arroyo llega al mar, al enfrentarse con el abismo que va a tragarle, no sueña con la escondida fuente de que brotó y no querría, si pudiera, remontar su curso? De ir a perderse, perderse más bien en las entrañas de la madre tierra”. Qué maravilla de párrafo.
  Se dice también en el prólogo, de parte de los editores, que poca fortuna tuvieron las anteriores ediciones. Pues me congratulo que sea este uno de los pocos libros releídos y que sea, para mí, uno de los más importantes.
  “Y es cierto lo que dices, Sancho: por leer y escribir entró la locura en el mundo”.

domingo, 1 de diciembre de 2019

EL TEJADO DE VIDRIO. ANDRES TRAPIELLO.



Diario escrito en el 89, publicado en el 94 y reeditado en el año 2016. El 89, el año que se comió el muro de Berlín y el de la muerte de la Pasionaria, el fusilamiento de Ceaucescu. Cada vez me gustan más estos libros de Trapiello pero, ay!, se me han acabado. Son quince los que he leído ya aún me quedarían cinco o seis pero, o están descatalogados o valen un pastizal. La única esperanza es que hagan como con éste, que la editorial calcule el beneficio que sacará de los que nos hemos quedado sin alpiste y los vuelva a editar. O que saque el próximo en dos, tres o cuatro meses. ¿El tema? Los mismos de siempre. Es como si fueran versiones todos de un mismo libro. Solo que año arriba o año abajo. El gato tiñoso, los hijos, la mujer con sus ausencias y las congojas que dejan, los libreros de viejo, sus encuentros con conocidos, sus lecturas de las que siempre se aprende algo, sus reflexiones.
  “EL verdadero milagro de Lourdes no estuvo jamás en las dudosas curaciones de aquellos pobres y desesperados, desamparados y desahuciados enfermos, sino en la congregación ferviente que, noche tras noche, a la luz de las antorchas y los cirios, daba fe de algo que excede, con mucho, la virtualidad de los cuerpos. El verdadero milagro no es curar a los enfermos, sino que éstos se congreguen por miles cada noche desde hace cien años” Y generen pingües beneficios, añado yo.
  En este tipo de párrafos me reconozco. Recuerdos de cosas que también ha pensado uno, como diría él. Tanto que una vez escribí un cuento a raíz de una noticia de la prensa. Un gurú había congregado a un montón de fieles para anunciarles un milagro y tal. Hubo una tormenta tan fuerte que muchos murieron. La conclusión era evidente: muchos adelantaron casi sin billete el alcance del paraíso.
  “Es muy difícil encontrar a personas que aprecien las cosas por lo que son, no por la apretada y prestigiosa bibliografía que les acompaña, o a la cartela museística que le ponen al lado”.
  A veces las reflexiones son tan poderosas, al menos para mí, que son como un fogonazo que todo lo ilumina. Verlo reflejado por escrito da una rara alegría: “Hoy he tenido que presentar la Biblia, en una edición para niños. (Las cosas que tiene que hacer un escritor no están pagadas ni por todo el oro del mundo). Seguramente será ésta la única ocasión en la que tengo la seguridad absoluta de que se trata de un buen libro”. ¡Eso es! La Biblia ha tendí éxito porque es un buen libro para niños. Entonces ¿Por qué lo sigue teniendo para los adultos? Porque no dejamos de ser niños. Está más que claro.
  “El placer que nos proporcionan ciertos libros que no son literatura resulta un tanto espúreo, pero legítimo, como el que un día se salta el régimen de comidas que se ha impuesto”.
  “Enternece ser testigo de la alegría de los arqueólogos de culturas primitivas cuando les vemos con un pincel quitarle el polvo al pitorro de un tosco botijo: con qué poco se conforman”. Me hizo gracia esto porque tengo un familiar que acabó historia con gran contento y provecho, hizo sus prácticas con eso del pincel en unos restos arqueológicos y ahora encuentra trabajo donde vive de camarero, en el mejor de los casos. Qué pena de país, de estudios, de esfuerzos y de restos.
  Pues nada, a esperar el nuevo de Don Andrés.    

domingo, 17 de noviembre de 2019

AUTOBIOGRAFIA. BERTRAND RUSSELL. 1872-1914.



  No hay mal que por bien no venga. He tenido en la lista de “deseos” el grueso volumen de Edhasa en el que vienen todos juntos, los tres volúmenes de la autobiografía. En julio de este año, cuando estuvimos en La Coruña, dejé a mis chicas en la playa y yo me fui a recorrer sus calles. Consulté en internet las librerías de viejo y me fui a una. No estaba mal surtida pero sin embargo no vi, a priori, nada que me interesara. Este libro, el primero, es de la editorial Aguilar del año 1968. Huele a viejo, a biblioteca vieja, de las que han sufrido varios traslados y algún accidente en forma de inundación.  Estuve como una hora trasegando en las diferentes secciones. Es de esas en las que está todo lo mejor ordenado posible: viajes, política, relatos, novelas, cuentos, cómics, etc. Cuando ya me iba vi este casi al final del pasillo, cerca de la puerta de salida. Salí, me tomé un café y me dio el remordimiento de no haber comprado nada. Me dije, aunque sea para que los sufridos libreros se ganen unos eurillos. Me costó 9 después de un leve regateo. Este hecho, ahora después de haber intentado su lectura, me ha hecho ahorrarme los cuarenta y tantos que vale el de Edhasa. No me ha valido la pena. Su lectura no me ha aportado nada a excepción de saber que algunos intelectuales ven su ego rebosar por todos lados. “Cuando tenía seis o siete años, mi tía Agatha volvió a tomarme en sus manos para enseñarme la historia constitucional inglesa, ¡¡¡la historia constitucional inglesa!!! la cual me interesó vivamente, y un hoy recuerdo mucho de lo que en ella me enseñó”. Uno lee esto y piensa que nada de lo que cuente, es, o puede ser verdad. Aunque estemos de acuerdo en que las autobiografías son otra rama de la ficción, como la religión. Sería más horroroso aún que fuera verdad.
  El libro está salpicado de cartas privadas. Demasiado numerosas. Solo hay algo que no soporto en literatura: los sueños en primer lugar y luego las cartas, sobre todo, llevadas a modo de relleno. Qué aburrimiento por favor. Menos mal que esa constatación me ha hecho avanzar extraordinariamente rápido.
  De todos los libros que he leído de Russell, ahora que lo pienso, solo me ha gustado La busca de la felicidad. Y si acaso Por qué no soy cristiano. Los demás me dejaron bastante indiferente. Conocimiento humano, Sociedad humana y este que me ocupa. O que, afortunadamente, me ha ocupado.
  Ciao Russell.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

EL FANAL HIALINO. ANDRES TRAPIELLO.



   He visto que todavía no hace ni dos años que empecé a leer estos diarios. Catorce son los leídos hasta ahora. Y no me cansan a pesar de que, como habré dicho en alguna ocasión, se repite en los temas: Las Viñas, las conferencias, sus hijos, su mujer, las cuitas con sus colegas, las conversaciones, las mujeres guapas. No me canso. Ya tengo pedido El  Tejado de Vidrio. Creo que el tercero de la serie. Y ya creo que será bastante difícil encontrar más, al menos de precio razonable. Este libro es el correspondiente al año 97, editado en el 2002.
  Las cosas las cuenta con humor: “Cuando se despidió, me dijo, te pasas la vida esperando que venga por cualquier parte, por los pulmones, por el corazón, por el estómago, por la columna, pero nadie piensa que también pueda llegar por ahí. Estuvo a punto de escapárseme que ése era el camino más recto, pero por suerte me contuve a tiempo”. Hablando de un problema en el colon de un amigo.
  Sus hijos son adolescentes aquí. “Los cambios de los adolescentes se anuncian por mínimos indicios, pero suelen ser irreversibles”.
  “Quizá a partir de los diecisiete años ya no vuelven nunca. Se van y vienen a verle a uno, pero volver ya no vuelven”.
  Cuando ya estaba acabando su lectura me he encontrado un párrafo en el que habla de la novela El doctor Zhivago. Qué casualidad que ayer, mientras E. buscaba al dependiente para comprar su Mac air –menudo dispendio- encontré una edición de Galaxia  de bastante calidad.
“En 1957 se publicó el doctor Zhivago en Europa, y sólo en 1988 se pudo publicar en la URSS. Pasternak murió en 1959, y en 1960 Olga Ivinskaia, su amante, presa en un gulag por segunda vez escribe una carta al presidente del Soviet Supremo y presidente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, delatando a su antiguo amante, ya muerto, con el propósito de ver reducida su condena”. Otra novela del autor de la novela. Hay que remediar el que todavía no haya leído este libro.