miércoles, 3 de octubre de 2012
VERANO DEL DOCE
miércoles, 25 de julio de 2012
LEÓN ARTIGAS
Imploraré tan sólo un destello
cegador de lucidez
para devolverle a Dios
un cadáver de lujo.
domingo, 17 de junio de 2012
sábado, 5 de mayo de 2012
John Kennedy Toole
John Kennedy Toole fue un estudiante ejemplar. Se licenció en literatura por la Universidad de Columbia. Posteriormente trabajó en algo que en nada tenía que ver con sus estudios: trabajó como profesor de literatura. Ingresó en el ejército a comienzos de los años sesenta y siguió dando clases a los reclutas que llegaban a su base militar en Puerto Rico. Cuando acabó su servicio volvió a Nueva Orleáns y siguió dando clases. Era un tipo feliz; pero se complicó la vida y decidió escribir una novela. Una novela satírica: La Conjura de los Necios. ¿Las primeras palabras que aparecen en el libro?: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. El caso es que envió su manuscrito a la editorial Simon and Schuster y posteriormente a otras y ninguna supo ver un ápice de valor a su escrito, así es que nuestro amigo se cogió un berrinche y una depresión de campeonato. Debo reconocer que alguna gracia me hizo la novela en cuestión, pero me temo que yo, de haber tenido alguna responsabilidad en alguna de esas editoriales, habría tomado la misma decisión. Por supuesto en aquel momento; ahora no, evidentemente. El tesón de su madre por ver publicada su novela, dio como resultado innumerables ediciones que llegan hasta la actualidad. Ahí entraríamos en un tema nuevo: ¿por qué hay artistas que sólo ven reconocido su valor cuando ya han muerto? ¿Podría un complot de críticos encumbrar a un autor mediocre? Creo que ahora está pasando eso. Pero el tiempo pone a todo el mundo en su sitio; y este autor ha pasado el examen del paso del tiempo. Comenzó a beber, abandonó sus obligaciones laborales, y se sintió el tipo más fracasado del universo. El veintiséis de marzo de 1969 en un paraje polvoriento y solitario de Mississipi, introdujo una manguera desde el tubo de escape hasta el interior del coche. Tenía 31 años.
viernes, 27 de abril de 2012
27 de abril de 2012
lunes, 9 de abril de 2012
HHhH
Animado por un artículo entusiasta de Mario Vargas Llosa del año pasado me compré hace poco HHhH. Decía el premio nobel que jamás en lo que le quedara de vida olvidaría esta novela. Me pareció una exageración propia del que ya tiene muchos años vividos y pocos por vivir, pero casi siempre he acertado con las recomendaciones del escritor peruano.
A mí quizá me queden más años que al autor de La guerra del fin del mundo pero estoy seguro que tampoco la olvidaré. Me ha gustado porque está hecha a la manera de los libros modernos: no es una novela propiamente dicha, ni un libro de historia, ni de intriga ni de espías ni un libro de la crónica de un asesinato pero es todas estas cosas a la vez. Tiene la libertad para que el autor se queje de que su novia no le ha invitado a la boda de una amiga. O para contar anécdotas que poco tienen que ver con la historia central pero que cuenta por el gusto de contarla. Para contar también intimidades acerca de cómo ha conseguido éste o aquél dato. A la vez es un relato pormenorizado de la que fue una de las acciones más espectaculares de la II Guerra Mundial: el planeamiento, desarrollo, ejecución y las consecuencias del atentado que costó la vida a Reinhard Heydrich, protegido y de carrera meteórica de Hitler, perpetrado por unos pocos paracaidistas checos enviados desde Londres por el gobierno exiliado.
Qué pena que me haya durado solo cuatro días su lectura.
miércoles, 4 de abril de 2012
JUAN FRANCISCO PULIDO

Este jovencísimo escritor nació en mal sitio y en mal momento. Nació en la cuba castrista del año 78 siendo un fervoroso poeta católico. Con diecisiete años tuvo problemas en la universidad y fue visitado por la policía del régimen para que depusiera, ejem, su actitud. Cuando vieron que no lo hacía se lo llevaron a comisaría y, al parecer, lo violaron. Era de temperamento sensible pero con una gran determinación y no dio su brazo a torcer así que se fue a los Estados Unidos porque no le dejaron ya ejercer de estudiante ni de nada. Entró en una gran depresión al saberse derrotado y expulsado en un sitio que en ocasiones se alcanzan los veinte grados bajo cero.
Último párrafo de un poema enviado a la escritora Belkis Cuza antes de suicidarse en el año 2001.
“¿qué son esos punticos rosados y verdes?
y esas manchas grasientas de muerte y vacio?
al carajo la vida
soy libre pero tengo sueño”.